“Cuidado con el lago del bosque”, me decía mi abuela. Un día me confesó que allí habían muerto todos mis antepasados en extrañas circunstancias. No la escuché y una tarde nublada me acerqué. El lago estaba cubierto por una espesa capa de niebla y las plantas en contacto con el lago estaban secas. Vi algo raro en el agua y me acerqué. Era un rostro desfigurado y siniestro que me pedía auxilio. Cuánto más me acercaba, más rostros veía. Algunas caras eran idénticas a las de mis abuelos que ya habían muerto. De repente, algo me agarró del brazo, me estiró y me precipitó contra el agua.
Desde entonces mis padres rodean el lago para buscarme, pero no me encuentran. Yo los echo de menos y lloro todas las noches, por lo que mis abuelos me han prometido traerlos a vivir aquí con nosotros.
Desde entonces mis padres rodean el lago para buscarme, pero no me encuentran. Yo los echo de menos y lloro todas las noches, por lo que mis abuelos me han prometido traerlos a vivir aquí con nosotros.
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