Ilustración: Mingote
Soneto XIII
A Dafne ya los brazos le crecían
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos qu'el oro escurecían;
de áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros que aun bullendo 'staban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía 10
este árbol, que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!
("Soneto XIII", Garcilaso de la Vega)
A Dafne, huyendo de Apolo
"Tras vos, un alquimista va corriendo,
Dafne, que llaman Sol, ¿y vos tan cruda?
Vos os volvéis murciégalo sin duda,
pues vais del Sol y de la luz huyendo.
Él os quiere gozar, a lo que entiendo,
si os coge en esta selva tosca y ruda:
su aljaba suena, está su bolsa muda;
el perro, pues no ladra, está muriendo.
Buhonero de signos y planetas,
viene haciendo ademanes y figuras,
cargado de bochornos y cometas."
Esto la dije; y en cortezas duras
de laurel se ingirió contra sus tretas,
y, en escabeche, el Sol se quedó a escuras.
(Francisco de Quevedo)
También es interesante esta versión burlesca que el Víctor
ResponderEliminarBotas (Oviedo 1945-1994) compone a partir del mito de Apolo persiguiendo a Dafne en “Padre Apolo”:
Para ti, pobre imbécil,
tan délfico y profético y tan
vástago de Zeus y qué
sé yo qué
otras cosas; para ti, pobre imbécil,
(insisto: pobre imbécil)
el abrazo de Dafne nunca fue
más que un temblor sombrío de laureles
¡¡Gracias, Ana!! No conocía esta versión y ahora me ha hecho mucha ilusión dar con ella en este comentario tuyo.
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