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martes, 21 de abril de 2020

Nos quedan las palabras




En estos días de confinamiento, valoramos todo lo que nos queda. Y las palabras siguen ahí,con más fuerza que nunca,  acompañando, co-creando, consolando, descubriendo...

"…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como perlas de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció. Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recientísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Que buen idioma el mío, que buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Éstos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras."
Pablo Neruda - Confieso que he vivido



¿Y vosotros qué palabras elegís en estos días?

En el Proyecto Pigmalión siempre nos hemos puesto a la sombra de las palabras positivas.





La editorial "Palabras Aladas" nos regala en estos días de confinamiento el libro "Amar" y nos propone crear un árbol de palabras donde cobijarnos, porque hoy más que nunca "amar" es la forma de convivir y de crear un futuro que nos acoja a todos:



Crea tu árbol de palabras y sube la foto al tablero Pinterest de "Encuentros en la tercera frase".

sábado, 13 de abril de 2019

Día Internacional del Beso

 
En verdad, por lo que evoca, por lo que sugiere, por lo que conmueve,...un beso es, junto a la mirada,  lo más poético que tiene la vida...

 "Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista,
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía! "




Recordemos todos los besos que hemos recogido en forma de poema en este blog y sobre todo no dejemos para mañana todos los besos que podamos leer o dar hoy:





Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.

Hay besos que pronuncian por sí solos
la sentencia de amor condenatoria,
hay besos que se dan con la mirada
hay besos que se dan con la memoria.

Hay besos silenciosos, besos nobles
hay besos enigmáticos, sinceros
hay besos que se dan sólo las almas
hay besos por prohibidos, verdaderos.

Hay besos que calcinan y que hieren,
hay besos que arrebatan los sentidos,
hay besos misteriosos que han dejado
mil sueños errantes y perdidos.

Hay besos problemáticos que encierran
una clave que nadie ha descifrado,
hay besos que engendran la tragedia
cuantas rosas en broche han deshojado.

Hay besos perfumados, besos tibios
que palpitan en íntimos anhelos,
hay besos que en los labios dejan huellas
como un campo de sol entre dos hielos.

Hay besos que parecen azucenas
por sublimes, ingenuos y por puros,
hay besos traicioneros y cobardes,
hay besos maldecidos y perjuros.

Judas besa a Jesús y deja impresa
en su rostro de Dios, la felonía,
mientras la Magdalena con sus besos
fortifica piadosa su agonía.

Desde entonces en los besos palpita
el amor, la traición y los dolores,
en las bodas humanas se parecen
a la brisa que juega con las flores.

Hay besos que producen desvaríos
de amorosa pasión ardiente y loca,
tú los conoces bien son besos míos
inventados por mí, para tu boca.

Besos de llama que en rastro impreso
llevan los surcos de un amor vedado,
besos de tempestad, salvajes besos
que solo nuestros labios han probado.

¿Te acuerdas del primero...? Indefinible;
cubrió tu faz de cárdenos sonrojos
y en los espasmos de emoción terrible,
llenáronse de lágrimas tus ojos.

¿Te acuerdas que una tarde en loco exceso
te vi celoso imaginando agravios,
te suspendí en mis brazos... vibró un beso,
y qué viste después...? Sangre en mis labios.

Yo te enseñé a besar: los besos fríos
son de impasible corazón de roca,
yo te enseñé a besar con besos míos
inventados por mí, para tu boca.




  
-¡Calla, calla, princesa -dice el hada madrina-,
en caballo con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con su beso de amor!
 
 
Si decide marcharse,
que la luna disponga
su luz en nuestro beso
y que las calles sepan
también dejarnos solos.
 
 "En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito"
 
 
 
No nos olvidamos de tantos otros besos que damos, los más especiales, los besos mágicos; de esos nos habló Víctor Juan en una de sus columnas, "Una palabra mágica", a la que dedicamos una entrada en el blog:
 
 
 
 
 
Y a vosotros, ¿qué versos os inspiran? 
 Dejadnos vuestros besos en los comentarios o en las redes. 
 
 
 

domingo, 14 de junio de 2015

"Poema XX", Pablo Neruda

El curso va acabando y nuestra selección de poemas también. Para finalizar con la literatura hispanoamericana os propongo la lectura del poema XX de la antología Veinte poemas de amor y una canción desesperada, poemario que lanzó a su autor a la fama con apenas diecinueve años de edad y es una de las obras literarias más representativas de la literatura en lengua española.
 


Toni Demuro: Tree 226
 
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PUEDO escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.




Toni Demuro: Earth 174


Os gustará escucharlo en la voz de Álex Ubago:

 





domingo, 31 de mayo de 2015

"El desayuno", Luis Alberto de Cuenca

Luis Alberto de Cuenca fue uno de los poetas más aclamados en la actividad de "buffet libre" de poesía que realizamos con motivo del Día de San Valentín.

Muchos recordaréis el poema que fue varias veces seleccionado y leído:
                                                          "El desayuno"

Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».

 
Luis Alberto de Cuenca (El hacha y la rosa, 1993)
 
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Este poema establece una relación intertextual con el conocido poema 15 de Pablo Neruda recogido en Veinte poemas de amor y una canción desesperada.  Si en el poema del Neruda la amada es recreada por el poeta, como quejosa y distante, Luis Alberto de Cuenca nos presenta una amada feliz y locuaz. Se trata de un amor carnal y gozoso («Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno»),
 frente a la propuesta platónica y espiritual del poema 15. En consonancia con el tema, frente a las metáforas idealizadoras nerudianas, el poema de Cuenca no renuncia a las expresiones coloquiales.
 
 
Poema 15
 
Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.




 
 

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viernes, 23 de mayo de 2014

Metáforas


Hoy hemos estado un rato atascados en clase con algunas metáforas. El concepto os resulta ajeno y no he podido evitar acordarme del entrañable personaje de El cartero de Neruda, conocida novela del escritor chileno Antonio Skármeta, que fue llevada al cine y tuvo su momento de popularidad. Está incluida en la lista de lecturas recomendadas para este trimestre, por si a alguno os interesa.


—¡Metáforas, hombre!
—¿Qué son esas cosas?
El poeta puso una mano sobre el hombro del muchacho.
—Para aclarártelo más o menos imprecisamente, son modos de decir
una cosa comparándola con otra.
—Deme un ejemplo.
Neruda miró su reloj y suspiró.
—Bueno, cuando tú dices que el cielo está llorando. ¿Qué es lo que
quieres decir?
—¡Qué fácil! Que está lloviendo, pu’.
—Bueno, eso es una metáfora.
—Y ¿por qué, si es una cosa tan fácil, se llama tan complicado? -Porque los nombres no tienen nada que ver con la simplicidad o complicidad de las cosas. Según tu teoría, una cosa chica que vuela no debiera tener un nombre tan largo como mariposa. Piensa que elefante tiene la misma cantidad de letras que mariposa y es mucho más grande y no vuela —concluyó Neruda exhausto. Con un resto de ánimo, le indicó a Mario el rumbo hacia la caleta. Pero el cartero tuvo la prestancia de decir:
—¡P’tas que me gustaría ser poeta!
—¡Hombre! En Chile todos son poetas. Es más original que sigas siendo cartero. Por lo menos caminas mucho y no engordas. En Chile todos los poetas somos guatones.
Neruda retomó la manilla de la puerta, y se disponía a entrar, cuando Mario mirando el vuelo de un pájaro invisible, dijo:
—Es que si fuera poeta podría decir lo que quiero.
—¿Y qué es lo que quieres decir?
—Bueno, ése es justamente el problema. Que como no soy poeta, no puedo decirlo.
El vate se apretó las cejas sobre el tabique de la nariz.
—¿Mario?
—¿Don Pablo?
—Voy a despedirme y a cerrar la puerta.
—Sí, don Pablo.
—Hasta mañana.
—Hasta mañana.
Neruda detuvo la mirada sobre el resto de las cartas, y luego entreabrió el portón. El cartero estudiaba las nubes con los brazos cruzados sobre el pecho. Vino hasta su lado y le picoteó el hombro con un dedo. Sin deshacer su postura, el muchacho se lo quedó mirando.
—Volví a abrir, porque sospechaba que seguías aquí.
—Es que me quedé pensando.
Neruda apretó los dedos en el codo del cartero, y lo fue conduciendo con firmeza hacia el farol donde había estacionado la bicicleta.
—¿Y para pensar te quedas sentado? Si quieres ser poeta, comienza por pensar caminando. ¿O eres como John Wayne, que no podía caminar y mascar chiclets al mismo tiempo? Ahora te vas a la caleta por la playa y, mientras observas el movimiento del mar, puedes ir inventando metáforas.
—¡Deme un ejemplo!
—Mira este poema: «Aquí en la Isla, el mar, y cuánto mar. Se sale de sí mismo a cada rato. Dice que sí, que no, que no. Dice que sí, en azul, en espuma, en galope. Dice que no, que no. No puede estarse quieto. Me llamo mar, repite pegando en una piedra sin lograr convencerla.
Entonces con siete lenguas verdes, de siete tigres verdes, de siete perros verdes, de siete mares verdes, la recorre, la besa, la humedece, y se golpea el pecho repitiendo su nombre». —Hizo una pausa satisfecho—. ¿Qué te parece?
—Raro.
—«Raro.» ¡Qué crítico más severo que eres!
—No, don Pablo. Raro no lo es el poema. Raro es como yo me sentía cuando usted recitaba el poema.
—Querido Mario, a ver si te desenredas un poco, porque no puedo pasar toda la mañana disfrutando de tu charla.
—¿Cómo se lo explicara? Cuando usted decía el poema, las palabras iban de acá pa’llá.
—¡Como el mar, pues!
—Sí, pues, se movían igual que el mar.
—Eso es el ritmo.
—Y me sentí raro, porque con tanto movimiento me marié.
—Te mareaste.
—¡Claro! Yo iba como un barco temblando en sus palabras.
Los párpados del poeta se despegaron lentamente.
—«Como un barco temblando en mis palabras.»
—¡Claro!
—¿Sabes lo que has hecho, Mario?
—¿Qué?
—Una metáfora.
—Pero no vale, porque me salió de pura casualidad, no más.
—No hay imagen que no sea casual, hijo.
Mario se llevó la mano al corazón, y quiso controlar un aleteo desaforado que le había subido hasta la lengua y que pugnaba por estallar entre sus dientes. Detuvo la caminata, y con un dedo impertinente manipulado a centímetros de la nariz de su emérito cliente, dijo:
—Usted cree que todo el mundo, quiero decir todo el mundo, con el viento, los mares, los árboles, las montañas, el fuego, los animales, las casas, los desiertos, las lluvias…
—… ahora ya puedes decir «etcétera».
—… ¡los etcéteras! ¿Usted cree que el mundo entero es la metáfora de algo?
Neruda abrió la boca, y su robusta barbilla pareció desprendérsele del rostro.
—¿Es una huevada lo que le pregunté, don Pablo?
—No, hombre, no.
—Es que se le puso una cara tan rara.
—No, lo que sucede es que me quedé pensando.
 










Por cierto, en una escena de la película más taquillera del cine español, Ocho apellidos vascos, los personajes hablan sobre la metáfora. ¿Identificáis la escena?