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martes, 27 de abril de 2021

Salvemos lo que nos salva


El "Manifiesto por la lectura" de Irene Vallejo es una declaración de amor a las palabras y a la lectura que nos sumerge en ellas, y, al hacerlo, nos refleja, nos revela, nos salva.

Estos días andamos inmersos en el proyecto "Salva un libro" y las palabras con las que cierra el manifiesto Irene Vallejo acompañan a la perfección nuestras motivaciones y objetivos al proponer curso tras curso esta actividad simbólica. 

Traigo a esta ventana un fragmento del epígrafe IX "Salvemos el milagro", una reflexión deliciosa, que destila sensibilidad y erudición, como todo el ensayo:




"Nunca como hoy, en nuestras modernas democracias, habían estado tan abiertas de par en par las puertas a la lectura. Los libros nacieron como un privilegio de sacerdotes, aristócratas, nobles. Durante cientos de años, estos cofres de sabiduría y de historia permanecieron guardados en los palacios, en los grandes conventos, en las mansiones más suntuosas, en los pisos principales de las casas nobles. Eran emblema de lujo y privilegio.

En un asombroso viaje de treinta siglos, hemos logrado que todos tengamos un pasaporte al conocimiento: la alfabetización y el libre acceso a la lectura. Hemos quitado cerrojos a los libros y les hemos calzado zapatos cómodos. Los hemos traído a la plaza pública, al ágora, donde nadie tiene negado el acceso. Esto no ha sucedido por arte de magia. Es la cosecha de años de educación y de transformaciones sociales. En escuelas, en institutos y en universidades. En editoriales que crean libros de bolsillo para todos los bolsillos. En las imprentas. En las librerías a pie de calle .En las bibliotecas de barrio, en las escuelas rurales. Desde las Misiones Pedagógicas a las ferias y fiestas donde las letras toman el sol. Desde el impulso público al minucioso entusiasmo de las empresas que nutren la cultura. Del tesón de incontables maestras anónimas a los dormitorios donde los niños cierran un ojo acunados por un cuento.

En estos días inciertos, cuando parece que los gritos se oyen más que los susurros, los libros siguen manteniendo vivo el diálogo silencioso de un par de ojos que escuchan la voz de unas hileras de letras. (…)

Lo sabemos bien, lo narran los cuentos populares: las historias y los libros cobijan en su interior un mágico hechizo de protección, una fortaleza inmune para los humanos. Detrás de lo que hemos llegado a ser laten las rebeldías de generaciones anteriores. (…)

Somos seres entretejidos de relatos, bordados con hilos de voces, de historia, de filosofía y de ciencia, de leyes y leyendas. Por eso, la lectura seguirá cuidándonos si cuidamos de ella. No puede desaparecer lo que nos salva. Los libros nos recuerdan, serenos y siempre dispuestos a desplegarse ante nuestros ojos, que la salud de las palabras enraíza en las editoriales, en las librerías, en los círculos de lecturas compartidas, en las bibliotecas, en las escuelas. Es allí donde imaginamos el futuro que nos une".

                                            IX- “Salvemos el milagro” (Manifiesto por la lectura, Irene Vallejo)

sábado, 2 de abril de 2011

"El libro recuerda"


Imagen: Jeanette Woitzik

En el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil busco refugio en las sugerentes imágenes de Jeanette Woitzik, una delicia de surrealismo y fantasía. En su porftolio y en su blog podéis encontrar otras ilustraciones ideales para acompañar un cuento.

"Los libros nos dan a conocer lo que realmente sentían Tom Sawyer, Huckleberry Finn y su amigo Jim al navegar a lo largo del Mississippi a finales del siglo XIX en el momento en que Mark Twain narraba sus aventuras: él conocía profundamente lo que la gente de su época pensaba de los demás, porque él mismo vivía entre ellos. Él era uno de ellos.


Las obras literarias que han sido escritas en su misma época, cuando la gente de entonces aún vivía, son las que hablan de manera más auténtica de la gente del pasado.

El libro recuerda." 

domingo, 27 de marzo de 2011

El gran teatro del mundo

Calderón de la Barca nos recordaba que el mundo es un enorme teatro en  el que cada uno representa lo más dignamente que puede su papel.

La publicidad le ha copiado la idea al gran Calderón y este es el resultado:




Os deseo que disfrutéis del Día Mundial del Teatro de la mejor manera posible: viendo alguna representación teatral. O, en su defecto,  leyendo alguna obra dramática, ¿por qué no?

El manifiesto este año ha sido encargado a Jessica A. Kaahwa (Uganda), que reivindica "el inmenso potencial que posee el teatro para movilizar comunidades y tender puentes". El teatro como "lenguaje universal a través del cual podemos promover mensajes de paz y reconciliación". Mensaje de esperanza para estos tiempos convulsos.




jueves, 11 de marzo de 2010

Por un sistema educativo libre, eficaz e independiente

Ante las negociaciones que se están estableciendo para un Pacto Educativo, somos muchos los implicados con mucho que decir. Maestros de Primaria, profesores de Secundaria y Bachillerato, profesores de Formación Profesional, profesores de Universidad, padres, madres y ciudadanos en general tenemos una oportunidad para exigir mediante un manifiesto nuestros mínimos en la calidad de la enseñanza. La iniciativa ha partido de un colectivo de maestros y profesores, pero es extensiva a la sociedad en general, pues la educación nos atañe a todos.
Reproduzco el manifiesto a continuación. Para firmar aquí:

Por un sistema educativo libre, eficaz e independiente

Cuando la soledad de un amplio colectivo de ciudadanos y la falta de representación política de sus argumentos impelen al desencanto y a la irritación, pero también a la sagacidad, es un deber inexcusable de la sociedad civil tomar la iniciativa y exigir que se tengan en cuenta sus reivindicaciones.
Sostenemos como incontrovertibles las siguientes evidencias: que el de los docentes es uno de los colectivos profesionales de España más desguarnecido, más irrepresentado, más desengañado, más enfadado y, en última instancia, más capacitado para denunciar el cúmulo de atropellos que se han ido cometiendo desde hace más de veinte años; que las diversas reformas educativas han fracasado estrepitosamente en todos sus planteamientos y han condenado a generaciones de estudiantes españoles a ser de las peor preparadas de la Unión Europea; que las circunstancias económicas de nuestro país obligan a dar, cuanto antes, un giro radical en la política educativa que han venido proponiendo hasta ahora los partidos políticos con representación parlamentaria, ya que, de no ser así, ninguna reforma logrará el objetivo -suponemos que sincero- de sacar a España de la grave crisis en la que se halla inmersa.
Por ello, y ante el anuncio de las negociaciones que el Ministerio de Educación está llevando a cabo con diferentes grupos políticos y con los principales sindicatos de la enseñanza, los abajo firmantes (maestros de Primaria, profesores de Secundaria y Bachillerato, profesores de Formación Profesional, profesores de Universidad, padres, madres y ciudadanos en general) nos vemos en la necesidad de exigir:

1.- Que el Pacto por la Educación incluya el criterio de los profesionales de la enseñanza que están dando clase -y no sólo de quienes dicen ser sus representantes-, únicos expertos hasta el momento y principales conocedores de la realidad de las aulas españolas.

2.- Que el Pacto por la Educación se despoje de una vez por todas de la influencia de modas pedagógicas que no valoran el esfuerzo, la disciplina o la transmisión de conocimientos; limite las atribuciones de psicólogos y pedagogos, tanto en la administración como en los centros, a los fines estrictos de su adscripción, y se atenga exclusivamente a la realidad de unos estudiantes que necesitan con urgencia una formación en contenidos exigente para afrontar los retos del futuro.

3.- Que el Pacto por la Educación impida todo intento de manipulación ideológica de los planes de estudios, evite cualquier prejuicio partidista o electoralista, se atenga únicamente a los hechos, detecte los problemas más acuciantes y actúe en consecuencia, sin que se vea lastrado o condicionado por intereses espurios que nada tienen que ver con la enseñanza.

4.- Que el Pacto por la Educación no confunda, como se viene haciendo desde hace más de veinte años, la igualdad de oportunidades de una enseñanza obligatoria hasta los 16 años con la uniformidad de capacidades, y el derecho universal a una educación de calidad con la obligación de recibir unos mismos contenidos, exigencia que atenta contra los derechos individuales, niega que existan personas con distintas capacidades físicas e intelectuales o con perspectivas e intereses diversos, e impide que el Estado salvaguarde la legítima aspiración de los ciudadanos a promocionar socialmente.

5.- Que el Pacto por la Educación conciba una Enseñanza Infantil que no ignore que los niños de edades comprendidas entre los 0 y los 4 años han de pasar la mayor parte del tiempo con sus padres, aun cuando eso signifique que deban reconsiderarse las actuales normativas que rigen los permisos de maternidad y paternidad y los horarios laborales de los progenitores; que no eluda la responsabilidad de iniciar el aprendizaje de ciertas habilidades intelectuales cuando la capacidad o la inclinación de los alumnos así lo requieran; que no se entienda, en definitiva, como una etapa en la que sus profesionales han de quedar reducidos a ser simples nodrizas.

6.- Que el Pacto por la Educación considere la Enseñanza Primaria como el ciclo más importante en la formación del alumno, limite la promoción automática a los primeros años de la etapa, no desdeñe el rigor y la exigencia necesarios para afianzar tanto las habilidades primordiales en lectoescritura y cálculo matemático como los conocimientos básicos de otras disciplinas también esenciales, y no eluda la necesidad de plantear una Primaria hasta los 14 años. Pero que, sobre todo, haga de este periodo de aprendizaje el mejor momento para guiar al alumno en su futuro académico demandándole tenacidad, disciplina y esfuerzo, y detectando a tiempo y prestando una mayor atención a los problemas que puedan surgirle mediante una exigente labor de orientación -labor que sólo tiene sentido y es eficiente en esta etapa- que huya de la inútil burocracia actual y, principalmente, a través de programas de refuerzo dentro y fuera del aula.

7.- Que el Pacto por la Educación recapacite sobre la conveniencia de mantener, contra viento, marea y estadísticas adversas, la Enseñanza Secundaria, etapa que se ha revelado como uno de los mayores fracasos de las últimas reformas legales; que conciba, en su lugar, la creación de un Bachillerato de 4 años de duración que recupere el valor del mérito académico acabando con la promoción automática y restablezca la especificidad que le da sentido y que lo define como la etapa preparatoria para los estudios superiores; que se atreva a abordar definitivamente una reforma de la Formación Profesional que convierta esta etapa en el motor más importante para transformar el modelo productivo de nuestro país, y que evite que se la continúe considerando una simple alternativa para aquellos que no pueden acceder al Bachillerato, otorgándole, para ello, 4 años de duración tras la Primaria, dotándola de medios y dignificando sus objetivos mediante el mérito y la excelencia.

8.- Que el Pacto por la Educación no condene a los alumnos que fracasan a la precariedad laboral y que incluya con carácter de urgencia, para ello, un tercer itinerario de Iniciación Profesional a los 14 años -de 2 años de duración- que armonice la presencia de las asignaturas instrumentales con una atención especial a materias exclusivamente prácticas, procurando así una cualificación profesional temprana y una salida laboral digna y suficiente como para no impedir la promoción social a la que todo ciudadano tiene derecho.

9.- Que el Pacto por la Educación plantee un sistema de conexión de los diferentes itinerarios salidos de la Enseñanza Primaria con racionalidad y sentido común, mediante cursos puente o exámenes de ingreso que huyan de la excesiva condescendencia que existe hoy día.

10.- Que el Pacto por la Educación evite la impostura de los actuales procedimientos de evaluación del sistema de enseñanza y plantee la urgente necesidad de unas reválidas estatales y vinculantes al final de cada etapa que hagan de los resultados el único y principal indicador fiable de la realidad de alumnado y profesorado.

11.- Que el Pacto por la Educación dignifique la figura del docente modificando, para ello, la actual estructura de los centros de enseñanza, facilite su labor rebajando el número de alumnos por aula, restablezca su autoridad devolviendo al claustro de profesores las competencias disciplinarias y restituya su autonomía confiriéndole la competencia para elegir a los directores y otorgando a los diferentes departamentos didácticos la libertad real para elaborar los planes de estudios.

12.- Que el Pacto por la Educación dignifique la figura del docente confiando a su único criterio las cuestiones derivadas de la enseñanza, despojándole de atribuciones ajenas a su cometido, acabando de una vez por todas con el absurdo sistema de promoción horizontal, incentivando su carrera mediante la búsqueda del estímulo académico y laboral, que, en todo caso, nada tiene que ver con los cursillos que actualmente organizan sindicatos y centros de profesores y recursos, dignificando el menoscabado Cuerpo de Catedráticos de Bachillerato y concibiendo un sistema de acceso a la función pública docente diferenciado para cada etapa educativa y basado exclusivamente en la excelencia.

13.- Que el Pacto por la Educación proponga por fin respuestas serias y contundentes a los graves problemas que sufre la Universidad española, que recorte el número de universidades a fin de evitar la actual infradotación y la mediocridad a las que están expuestas, que reconduzca la vigente política de títulos a patrones de sensatez científica y económica, que racionalice los planes de estudios, que modifique los actuales modelos de gestión administrativa y emprenda una desburocratización en masa, que solucione los antimeritocráticos estándares de selección y de evaluación del profesorado, que reconsidere y adapte a la realidad de nuestro país los dudosos procesos que se han seguido para adoptar los nuevos requisitos de Bolonia, y que potencie programas de investigación con dotación suficiente evitando por ley la influencia política que hoy día impide o pone en entredicho, no sólo la eficiencia y la utilidad de éstos, sino el libre debate de ideas y, sobre todo, el concurso de toda disidencia crítica.