Pasan las aguas por el cauce
y no terminan de pasar;
mas si de un agua no bebimos
nunca aquel agua tornará.
Y mientras corre el tiempo y llega
la hora feliz que imaginamos,
se va la vida, huyendo siempre,
cual se va el agua entre las manos...
Gocemos hasta marchitarlas
todas las flores del camino,
ya que el dolor jamás perdona
ni un paso de nuestro destino.
Gocemos la vida, gocemos...
¿Quién del mañana gozará?
Gocemos hasta embriagarnos
con una absurda saciedad.
Y aunque de luz se abrase el alma,
presto vayamos a la luz...
¡No hay más que al fin de los caminos,
sobre una lápida, la cruz!
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