"La vida es google", nos decía Andrés Neuman el otro día. También la vida es multimedia y enlaza nuestros pasos de hipervínculo en hipervínculo.
Las situaciones que vivimos, las frases que escuchamos o las anécdotas que oímos tejen una red de complicidades con las canciones que hemos oído, las películas que hemos visto o los libros que ni siquiera hemos leído.
Esto viene a que hoy es 20 de abril y la canción de Celtas Cortos acude insistente a mi cabeza:
Las situaciones que vivimos, las frases que escuchamos o las anécdotas que oímos tejen una red de complicidades con las canciones que hemos oído, las películas que hemos visto o los libros que ni siquiera hemos leído.
Esto viene a que hoy es 20 de abril y la canción de Celtas Cortos acude insistente a mi cabeza:
"20 de abril del 90. Hola, chata, ¿Cómo estás?"
Como la mente es hipervínculo puro, salto de esta canción a la carta como forma de expresión.
En la era de las pantallas, habéis legitimado la comunicación efímera de los sms, los chats o el messenger. Hoy quiero reivindicar la importancia de la carta personal.
MªPaz me confesaba el otro día que recurre a ellas para evitar conflictos de consecuencias imprevisibles con su hija adolescente. Escribir apacigua el ánimo, serena la mente, racionaliza los sentimientos. Esas líneas, que no levantan el tono ni crispan el gesto , serán leídas una y otra vez buscando las señales que permitirán la reconciliación.
Otros, como Mª Luisa, podrían hablarnos del poder sanador de las palabras que se dirigen en forma de carta a un ser querido que ya se fue. Ese interlocutor se hace presente en cada carta y da fuerza al emisor para luchar, vivir para seguir compartiendo con él esas vivencias.
Hoy, como veis, el pretexto lo utilizo yo. Ahí va la canción que ha servido de excusa para reivindicar las cartas, aunque sean las que mandamos por correo electrónico.
20 de abril del 90
Hola, chata, ¿cómo estás?
¿Te sorprende que te escriba?
Tanto tiempo es normal.
Pues es que estaba aquí solo
me había puesto a recordar
me entró la melancolía
y te tenía que hablar.
¿Recuerdas aquella noche
en la cabaña del Turmo?
Las risas que nos hacíamos
antes todos juntos.
Hoy no queda casi nadie de los de antes
y los que hay han cambiado,
han cambiado, ¡sí!
Pero bueno, ¿tú qué tal?, di
lo mismo hasta tienes críos
¿Qué tal te va con el tío ese?
Espero sea divertido.
Yo, la verdad, como siempre.
Sigo currando en lo mismo,
la música no me cansa
pero me encuentro vacío.
Bueno, pues ya me despido.
Si te mola, me contestas.
Espero que mis palabras,
desordenen tu conciencia.
Pues nada chica, lo dicho,
hasta pronto si nos vemos.
Yo sigo con mis canciones
y tú sigue con tus sueños.
Celtas Cortos
Gracias Esther, por hacerme participe de este texto reivindicando las cartas.
ResponderEliminarEs verdad a mi me han ayudado a seguir, luchar, vivir, soñar y como muy bien dices a "compartir los años de ausencia"
La canción de los Celtas Cortos,
una pasada.
" Las risas que nos hacíamos al estar todos juntos".
Bellos recuerdos...
Te quiero mucho.