jueves, 12 de febrero de 2009

De otras metamorfosis

La literatura está llena de otras transformaciones. Pienso en Dafne huyendo de Apolo, convertida a su pesar en laurel y creo que la soledad es la clave para comprender a estas personas que mutan a otra realidad. Su apariencia cambia la percepción de los demás y les aleja inevitablemente de todos y de todo.
La metamorfosis de Gregor Samsa ha traído a mi memoria otras metamorfosis que también invitan a la lectura y a la reflexión.

El beso del Sáhara, novela deliciosa de Gonzalo Moure, cuenta el intercambio de personalidades que se opera a través de un beso mágico. Una joven saharaui huirá así a un mundo mejor, atrapada en el cuerpo de una joven española; por su parte, la joven española quedará prisionera en el cuerpo de la joven saharaui y deberá verse obligada a vivir su vida en los campos de refugiados de Tinduf. En este caso, la metamorfosis operada no es manifiesta más que para la propia protagonista, pues el resto cree estar con la persona anterior. Sin embargo, de ese desfase se desprende igualmente una buena dosis de incomprensión y de soledad, que permite establecer un paralelismo con el sentir del protagonista de la novela de Kafka.




Muy distinta en su concepción es Flores para
Algernon, de Daniel Keyes, una novela de ciencia-ficción que fue publicada por primera vez en 1959 y que ahora ha reeditado la editorial SM para el público juvenil. Aquí el autor no recurre a elementos mágicos o fantasiosos para provocar la metamorfosis: una intervención quirúrgica será la que opere la transformación de una persona disminuida psíquica en una persona superdotada. Si aparentemente es un cambio ventajoso, se da por supuesto que su nueva condición no le va a proporcionar mejores relaciones sociales o mayor felicidad. La incomprensión y la soledad serán de nuevo sus compañeras.

Resultan atractivas las novelas de cambio paras ser recomendadas a jóvenes y adolescentes. Ellos también están en proceso de transformación; quizá por eso son tan receptivos a identificarse con las propuestas literarias, aunque sean tan alejadas de sus expectativas como la cucaracha en que se convierte Samsa. Es posible que no comprendan la totalidad de lo que leen; sin embargo, perciben el simbolismo inherente y les permite ponerse en el lugar del otro para, paradójicamente, asomarse también dentro de ellos mismos. Estos jóvenes están en proceso de búsqueda. Y la literatura espera ahí mismo para ofrecer respuestas, sus respuestas, justo las que necesitan.

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