jueves, 28 de febrero de 2019

Comentario de texto: "El día en que mi hija fue a la huelga", Lucía Etxebarría

 
 
Vamos calentando motores para la jornada reivindicativa del 8 de Marzo, a favor de la igualdad. Por nuestra parte, la clase de comentario de textos periodísticos de 2º de Bachillerato, nos da la oportunidad de reflexionar y preparar la prueba de comentario de la universidad de Zaragoza.
 
Mirad la propuesta de comentario sobre la estructura argumentativa que, de forma voluntaria,  hizo una alumna del curso pasado sobre este artículo de opinión de Lucía Etxebarría:
 
 
"En el instituto de mi hija, presuntamente laico y progresista, les pusieron un examen importantísimo precisamente el 8-M y no se permitía a las alumnas repetir el examen si no se presentaban. La que hacía huelga, perdía el examen. 
Cuando me quejé en público, escuché a mucha gente decir que a los 14 años mi hija es demasiado niña para decidir por sí misma.
Mi hija hizo huelga, por ejemplo, porque Malala Yousafzai fue víctima de un atentado, cuando tenía 15 años, por haberse atrevido a ir a la escuela secular siendo mujer. Porque muchas chicas como Malala tienen prohibido ir al colegio.
Mi hija hizo huelga, por ejemplo, porque cada día 25.000 niñas son víctimas de matrimonios forzados. 10 millones de niñas al año. Porque el embarazo es la primera causa de mortalidad entre las menores de edad en el mundo.
MI hija hizo huelga, por ejemplo, porque el 50% de las agresiones sexuales de todo el mundo implican a niñas menores de 16 años.
Mi hija hizo huelga, por ejemplo, porque el derecho de las niñas a la vida no se respeta tanto como el de los niños. Porque las niñas suelen morir con más frecuencia antes de cumplir los 5 años. Porque la ONU calculó en el 2007 que faltarían aproximadamente 100 millones de niñas en todo el mundo. 80 millones en India y China. Niñas que habían sido asesinadas o abandonadas o abortadas porque su familia quería un hijo varón.
Mi hija hizo huelga, por ejemplo, porque en el mundo 96 millones de niñas son analfabetas, frente a 57 millones de niños. Porque en tres cuartas partes del mundo se prefiere que las niñas se ocupen de las tareas domésticas o que cuiden de sus hermanos en lugar de que aprendan a leer y a sumar.
Mi hija hizo huelga, por ejemplo, porque el año pasado 200 millones de niñas en todo el mundo sufrieron una ablación. Les extirparon el clítoris. A los 10 años. 
Mi hija hizo huelga, por ejemplo, porque en países como Tailandia, Camboya y Vietnam se puede comprar un rato de sexo con una niña solo por 10 dólares. Porque en el mundo hay dos millones de niñas que han sido compradas o vendidas en redes organizadas. Porque según Unicef 150 millones de niñas han sido violadas o abusadas sexualmente.
Mi hija hizo huelga, por ejemplo, porque unos jugadores de fútbol violaron (presuntamente, ejem) a una niña de su edad. Porque nadie cree en el testimonio de esa niña. Porque la palabra del psicólogo clínico forense que sí que cree a la niña no vale nada. Pero dos millones de personas se creen, eso sí, el veredicto de un polígrafo en un programa de la tele. Y se puede pagar a una mujer 30.000 euros por pasar la prueba del polígrafo (mucho menos fiable que un examen forense).
Mi hija hizo huelga, por ejemplo, porque una de cada cinco víctimas de violencia doméstica en España es menor de edad. Porque las especialistas reconocen que no existe un perfil fijo de menores maltratadas. Porque las hay en todos los tramos de edad y en a todos los niveles socioeconómicos.
Mi hija hizo huelga porque el novio de su amiga Sarai la controla a través del móvil, y le exige saber en todo momento qué hace, dónde se encuentra y con quién está. E incluso le pide fotos para probarlo. Y le coge el terminal y chequea todas las conversaciones. Y le bloquea o le elimina contactos, o le exige que cambie la foto de perfil. Y en la clase lo entienden como normal e incluso dicen que el novio está muy enamorado.
Mi hija hizo huelga porque una niña de su clase, de origen marroquí, ya se ha casado con un hombre elegido por sus padres. Y como Mounia ya ha cumplido los 16, el Estado no lo ha impedido.
Mi hija ese día no fue al instituto precisamente porque le gusta ir al instituto. Mi hija no fue al instituto porque quiere que todas las niñas puedan ir al instituto. Porque no le gustó que Mounia dejara el instituto. Porque teme que Sarai esté a punto de dejarlo.  Y porque cree que la única forma de cambiar situaciones como éstas es a través de la educación de todas las niñas.
Porque mi hija cree que las mujeres que pueden cambiar el mundo son precisamente nuestras hijas".
(Lucía Etxebarria - "El Periódico", 11/03/2018)                                  

 

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