El teatro mundial de los últimos decenios asombra por la variedad y riqueza de las experiencias renovadoras: teatro del absurdo, múltiples manifestaciones del teatro experimental,… Comparado con ello, el teatro español posterior a la guerra presenta evidentes limitaciones, debidas a los especiales condicionamientos comerciales o políticos de la época. Las compañías siguen dependiendo de los intereses de unos empresarios que se someten a los gustos de un público burgués de gustos dudosos. Junto a ello se agravan las limitaciones ideológicas ejercidas por una censura férrea. Todo ello explica que el teatro de posguerra sea un terreno poco propicio para las inquietudes renovadoras.
Como en otros géneros, la guerra civil
fue un corte profundo para la trayectoria de nuestro teatro. Al terminar la
contienda, algunos dramaturgos han muerto (Lorca y Valle Inclán) y otros están
en el exilio (Casona, Alberti, Aub).
En la posguerra el teatro se convierte en uno de los principales medios de evasión de la dura realidad española.
Impera la comedia burguesa, en la
línea de la comedia benaventina. En ella, personajes generalmente de clase
media viven diversas situaciones que van de la risa al llanto, siempre con
fuertes dosis de intriga y sentimentalismo. Temáticamente suele girar en torno
a enredos matrimoniales, celos, infidelidades…, normalmente con final feliz.
Podemos destacar aquí a autores como Joaquín Calvo Sotelo, José María Pemán o
Juan Ignacio Luca de Tena.
La otra corriente de mayor éxito en la época será el teatro humorístico, en la que podemos destacar a Enrique JardielPoncela (Cuatro corazones con freno y marcha atrás, Eloísa está debajo de un almendro
o Los ladrones somos gente
honrada). En sus obras destaca la búsqueda de la renovación, la fantasía,
el ingenio y lo inverosímil. Su teatro se ha relacionado con el teatro del absurdo, en la línea del teatro europeo encabezado por
Beckett o Ionesco, al alejarse del humor tradicional para acercarse a otro más
intelectual e ilógico.
El más importante dramaturgo de este grupo será MIGUEL MIHURA. Miguel
Mihura escribió su primera y mejor comedia, Tres sombreros de copa, en los años treinta, pero no consiguió que fuese
representada hasta veinte años después. Se trata de una obra que une comicidad
y vanguardismo. Las situaciones absurdas y un lenguaje inverosímil provocarán
un disparatado humor en la línea del vanguardismo, con su fondo implícito de
rebeldía y crítica a las convenciones sociales.
Sus comedias posteriores no llegarán a la calidad dramática de Tres sombreros de copa. Entre ellas, de
esta época podemos destacar Melocotón en
almíbar (1958), cuyos protagonistas son unos atracadores bastante torpes y
peculiares, y Maribel y la extraña
familia (1959), protagonizada por una prostituta a la que un joven,
enamorado de ella, presenta en su casa como su novia, sin que su madre y su tía
sean conscientes de la verdadera profesión de la joven.
"Tres sombreros de copa", Miguel Mihura |
En Tres sombreros de copa, Dionisio está a punto de casarse con una
señorita de buena familia; sin embargo, la noche antes de su boda conoce a una
joven bailarina de una compañía de variedades. Durante unas horas, parece que
otra vida es posible para Dionisio, que podrá escapar de la mediocridad de la
vida burguesa que le espera… Pero la realidad termina por imponerse.
En una línea muy distinta a este teatro hay que situar el nacimiento de un teatro grave, preocupado, inconformista,
que se inserta, al principio en una corriente existencial. Dos fechas resultan
clave: 1949, con el insólito estreno
de Historia de una escalera de Buero Vallejo, y 1953, en que un teatro
universitario presenta Escuadra hacia la
muerte de Alfonso Sastre. Obras
como éstas son signos de un teatro distinto que quiere hacerse un sitio en la escena,
frente a lo trivial o lo convencional. Es una dramática decididamente encarada
con las inquietudes del momento. Durante unos años en ambos autores dominarán
las inquietudes existenciales. Luego, hacia 1955 iniciarán un teatro social, paralelo a lo que sucede
por entonces en otros géneros.
ALFONSO SASTRE es el principal teorizador del teatro social. En 1956, en el
libro Drama y sociedad, expone sus
tesis, coincidentes con las de su manifiesto del social-realismo. Además ya en
1950 había intentado fundar un “Teatro de Agitación Social” (prohibido) y en
1961 Crearía el “Grupo de Teatro Realista”.
Sus primeras obras teatrales ya muestran la originalidad de su teatro: la
presencia de un mundo onírico y surrealista, las evocaciones del pasado, el
existencialismo, así como la constante preocupación por la injusticia y por la
opresión del poder sobre el individuo. La solución a esta opresión está en la
rebelión individual y social. Destacan tres etapas:
1) Teatro
existencial: Escuadra hacia la muerte
(1952). Desarrollada en una hipotética Tercera Guerra Mundial, un
escuadrón militar es enviado a una avanzadilla militar, donde estará bajo el
mando de un tiránico cabo, al que los soldados acabarán por asesinar en una
noche de borrachera. La obra condensa algunos de los temas preferidos de
Sastre: la opresión y su consiguiente rebelión, los remordimientos y la
expiación de la culpa.
2) Teatro
de crítica social: Posturas radicales. El teatro debe transformar este mundo
injusto y debe dirigirse a un público lo más amplio posible. La mordaza (1954). Cuenta la
historia de Isaías, un déspota y asesino que tiene atemorizada a su familia. La
única capaz de quitarse la mordaza y denunciarle será su nuera, Luisa. La obra
trata encubiertamente el tema de la censura, la represión y la dictadura.
3) Teatro
penúltimo. Representa una nueva evolución. En estas obras presenta la tragedia
compleja: Mezcla la caricatura grotesca de Valle-Inclán con el distanciamiento
objetivista de Bertol Bretch (teatro épico).
La taberna fantástica se centra en la figura del quinqui o
quinquillero y sus circunstancias (marginación, agresividad…) con una evidente
intención crítica por parte del autor. Estos seres, víctimas de una sociedad
que les ha cerrado las puertas, aparecen retratados con un enfoque grotesco que
no anula su dimensión trágica. Otro aspecto interesante es la mezcla de
realidad/fantasía y el empleo de la jerga marginal.
Por su radicalismo ideológico y por su afán renovador, el teatro de Sastre
permaneció mucho tiempo oculto. Buena parte de su producción se inscribe dentro
de ese “teatro soterrado” del periodo franquista que no llegó a los escenarios
españoles. Recordemos la polémica que sostuvo con Buero Vallejo sobre el posibilismo/imposibilismo. De hecho La taberna fantástica, escrita en 1968,
no se estrenó hasta 1985.
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