jueves, 11 de marzo de 2021

Claves ideológicas de Buero Vallejo: el compromiso social y ético

              


“El principio subordinante último de todos los elementos del teatro de Buero es su significación ética”.

(Gonzalo Torrente Ballester, “Notas de introducción al teatro de Buero Vallejo”, Primer Acto, nº 38, diciembre 1962, p. 14)

 

Buero Vallejo es un trágico y para él la tragedia tiene doble función: inquietar (planteando problemas sin dar soluciones y haciendo reflexionar al espectador con interrogantes) y curar (invitándonos a una superación personal y colectiva, y a luchar contra las fuerzas negativas que amenazan al hombre). Aunque en apariencia sus obras sean amargas, se sitúa por encima del pesimismo. Los temas giran en torno al anhelo de realización humana  y a sus dolorosas limitaciones: la búsqueda de la verdad, de la libertad, de la felicidad se ve obstaculizada por el mundo concreto en el que el hombre vive.

Entrada del blog sobre La fundación

Esta temática ha sido enfocada por Buero en un doble plano: existencial (meditación sobre el sentido de la vida, fracasos, soledad…) y social (denuncia de injusticias). Con ambos enfoques se entreteje siempre un enfoque ético. Buero Vallejo es un moralista. La búsqueda de la verdad, la defensa de la honradez consigo mismo y con los demás, el amor a la justicia, … son elementos constantes en sus obras. Esencial es la idea de responsabilidad, unida a la de libertad: la tragedia se desencadena por una transgresión moral que un personaje ha cometido libremente y de la que es responsable.

La evolución de Buero es en espiral, nunca corta de raíz con lo anterior. Los temas concretos en su obra serán: la guerra civil, la dictadura, el capitalismo, Fernando VII, torturados y torturadores… Como hemos dicho antes el tema común es la tragedia del individuo desde un punto de vista social, ético y moral, pero el meollo de la tragedia es la esperanza. Las constantes temáticas son los conflictos sociales y existenciales del individuo dentro de la sociedad. Establece un enfrentamiento entre las dos Españas: la tradicional y conservadora por un lado y la que  mira hacia el futuro y quiere avanzar por otro. En cuanto a la ética y el compromiso con el ser humano podemos señalar que escribe solo para ayudar; el escritor es una conciencia crítica de la sociedad y denuncia por compromiso con el ser humano. Su propósito era incomodar al espectador; todas sus obras son así.

En la primera época existencial (hasta 1957) destacan dos obras:

1) Historia de una escalera (1949) nos presenta a tres generaciones de varias familias modestas, con sus sueños o su resignación, con sus amores, con sus rencores, con sus fracasos… Es el drama de la frustración, tanto por el peso del medio social como, sobre todo, por la debilidad de los personajes para ser fieles a sus ilusiones y a sus impulsos mejores. (Leer fragmentos y la obra completa)

Ver fragmento

Fernando y Carmina fueron novios en el pasado, pero por cobardía él se casó con Elvira y ella, con Urbano, y ninguno fue feliz. Ahora, Fernando hijo y Carmina hija se han enamorado, pero sus padres respectivos, que se odian y han sido vecinos de escalera durante más de treinta años, intentan impedir sus amoríos. En el cierre de la obra, los jóvenes dialogan de esta manera, dejando claro que existe también un conflicto generacional padres-hijos:

“FERNANDO, HIJO.— ¡Carmina! (Aunque esperaba su presencia, ella no puede reprimir un suspiro de susto. Se miran un momento y en seguida ella baja corriendo y se arroja en sus brazos.) ¡Carmina!... CARMINA, HIJA.- ¡Fernando! Ya ves... Ya ves que [nuestro amor] no puede ser.

2) En la ardiente oscuridad (1950) es una tragedia de compleja significación.  A un colegio de ciegos que viven alegres llega otro ciego que no se resigna y que irá contagiando su angustia hasta que uno de ellos lo mata para recobrar la paz. La ceguera es un símbolo de las limitaciones impuestas al hombre. ¿Debemos aceptar nuestras limitaciones o rebelarnos?

La transición hacia un predominio de la intención social estará representada por dos obra: Hoy es fiesta y Las cartas boca abajo.

La segunda etapa social (de 1958 a 1970) insiste más en las relaciones entre el individuo y su entorno. Se hace hincapié en las raíces y las consecuencias sociales de los actos. Todo ello, dentro de los límites establecidos por la censura.

Buero cultivará reiteradamente en esta época cierto tipo de drama histórico para sortear la censura: 

  • Un soñador para un pueblo (sobre Esquilache, ministro de Carlos III), 
  • Las Meninas (sobre Velázquez); 
  • El concierto de San Ovidio (vísperas de la Revolución francesa);
  • El sueño de la razón (sobre Goya). 

En cierto sentido, también El tragaluz (1967) tiene algo de obra “histórica”, pues desde un momento del futuro dos investigadores proponen al espectador un experimento: volver a una época pasada (el siglo XX) para estudiar el drama de una familia que sufrió “una” guerra civil y sus secuelas. Los investigadores dicen que “debemos recordar…para que el pasado no nos envenene”.  Destacan estas palabras la función esencial de la Historia: conocer el pasado para asumirlo y superarlo, desechando odios, venciendo tendencias nocivas y extrayendo lecciones para caminar hacia el futuro.  Buero invita al espectador a que participe con actitud crítica, juzgue y se juzgue, a que sepa que seremos juzgados por el futuro. Tal es la justificación del “experimento”.


Espacio escénico de El tragaluz
                                                            (dibujo de Antonio Cremades)

Por lo demás, Buero había abordado ya sin marco histórico problemas como la represión policial y la tortura en La doble historia del doctor Valmy (1964),  pero la censura la prohibió.

La tercera etapa, desde 1970, comprende obras en que los contenidos sociales y políticos se hacen más explícitos (sin restar sus alcances existenciales):

1) En La llegada de los dioses aparece de nuevo la ceguera del protagonista, pero ahora simboliza la negativa del joven a “ver” las iniquidades del mundo que le rodea; 

2) La fundación nos introduce en una celda de presos políticos. Las actitudes de los personajes y los diálogos tejen unas hondas reflexiones sobre el compromiso con la realidad, la lucha por transformarla, el ideal de libertad, etc.;

3) La detonación vuelve a un tema histórico: evoca la figura inconformista de Larra, su creciente desesperación y suicidio como consecuencia de una situación social y política.

Sus últimas obras fueron Jueces en la noche (aborda el problema del terrorismo), Música cercana (tema de las drogas) y  Misión al pueblo desierto, representado en 1999,  cuyo tema es la guerra y la violencia pero igualmente hay un mensaje de esperanza.

La trayectoria de Buero resume, como ninguna otra, los pasos que ha seguido el teatro español desde los años 40, con sus preocupaciones existenciales, sociales y estéticas.  Se mantuvo fiel a su idea del teatro, sin más concesiones que las imprescindibles para moverse dentro de los límites de la censura (es lo que se llamó posibilismo) o las derivadas de su propósito de hacer que sus profundas preocupaciones resultaran accesibles a un sector de público relativamente amplio.

 Para saber más:

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