viernes, 7 de noviembre de 2025

Silencio...¡se lee!

 

Imagen: Aaron Burden

Leer juntos, en silencio, estrenando este otoño maravilloso, amarillo y cálido.

Los más afortunados beben intensamente el sol mientras se adentran en las páginas del libro escogido.

Compartimos un tiempo privilegiado. Para algunos, exasperante en su lentitud recién descubierta. Para otros, quizá refugio. Para todos, momento regalado, robado al programa curricular, al tema “que toca”.

Cualquier actividad que sale de las aulas y nos lleva hasta el parque nos interroga. ¿Estamos perdiendo el tiempo?

Dos alumnos no se concentran. Se miran continuamente, en una interacción muda de resistencia. No piensan dar una oportunidad a este momento único. 

Es evidente que la profesora busca un momento especial, una revelación, el destello que cruza el silencio con lo inhabitual. La fe en las palabras que nos llevan a descubrir una historia, un universo propio, un personaje (tan distinto o tan parecido a mí, tanto da).

Se oye el susurro de las hojas temblando antes de caer y fundirse en este amarillo imposible que aún tiene ecos de verano. Un saltamontes queda atrapado en el velo de una de las chicas y rompe momentáneamente el hechizo. Los minutos se deslizan morosamente en la sexta hora de un viernes, que es preludio del bullicio, de la fiesta.

La profesora observa, escucha voces de otras aulas, coches que pasan, algún pitido… Piensa que solo ella lo percibe; que ellos, sus alumnos, andarán inmersos en otras voces, muy lejos de allí, atrapados por una historia que no podrán, no querrán ya, abandonar. Sabe que esta salida robada no será nunca un tiempo perdido, sino un tiempo ganado a la monotonía de los días y  las horas repetidas. Un tiempo mágico, nuestro, personal y único, que querremos otra vez reproducir.

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