sábado, 25 de octubre de 2025

La biblioteca Merche Caballud os espera

 


El Día de las Bibliotecas nos ha recordado en todas las redes y medios divulgativos la importancia de mantener espacios de encuentro en torno a la palabra. 


Sin embargo, el cartel  y la campaña que lo presentan abanderan este espacio como arma contra la desinformación. 

Rechazo este enfoque tan agresivo, me desagrada la violencia de esta imagen que incide en la hostilidad y la confrontación. Por contra, mantengo una fe irreductible en el acercamiento hermanado a través de un puente de palabras, un enfoque sosegado más acorde con el respeto y el intercambio de ideas, sin imposiciones "a priori".


Pienso en nuestra biblioteca como espacio/refugio en los recreos para aquellos que no comparten los juegos deportivos del patio ni los corrillos excluyentes.

Valoro nuestra biblioteca como espacio/formación, con profesorado que se anima a llevar a la biblioteca a un grupo de alumnos para investigar y consultar sus fondos.

Respeto el uso de nuestra biblioteca como espacio/reunión (de tutores varios, de inmersión, de departamento,..), porque se replica a cada momento su función de intercambio de la palabra para reflexión y consenso. 

Motivo desde el aula el espacio/préstamo, que pone al alcance de nuestro alumnado esas lecturas atractivas y novedosas que les alegrarán el alma.

Celebro la motivación desde la biblioteca de un espacio/club de lectura, que desde hace dos cursos se suma al admirado programa "Leer Juntos" y permite a toda la comunidad educativa compartir lecturas y, por tanto, sueños, preocupaciones, vida...

Deseo curso tras curso que la biblioteca sea un espacio/encuentro con escritores. Estos cursos se han acercado Ana María Lasheras (también profesora de Física y Química  de nuestro centro en ese momento), con su novela Más allá del infinito,  y Víctor Juan, para compartir Memoria inesperada.  

Recorro la biblioteca como espacio/descubrimiento con exposiciones promovidas por el coordinador de biblioteca Alfredo Poblador, como la dedicada a la mujeres narradoras, una selección muy interesante de mujeres no siempre conocidas y reconocidas que lucen en el pasillo de la biblioteca con un diseño atractivo y actual.

Convoco la biblioteca como espacio/poesía, donde convocar así mismo a las musas y expresar lo que guardan dentro nuestros "Elhechitos poéticos" del Taller de poesía impartido estos cursos por Samuel Trigueros.

Recomiendo la biblioteca como espacio/recogimiento, donde pasar momentos de silencio provechoso y dichoso, sumergiéndote en historias que alguien soñó para ti. 

Sueño con propuestas jóvenes de espacio/fiesta, como nos propone nuestra compañera Pilar Sariñena, para que la biblioteca pierda su aureola académica y seria, para disfrutar de la lectura con el pretexto de una "read party".

Admiro que nuestra biblioteca sea espacio/homenaje con su reciente nombre "Merche Caballud", reivindicando la figura de una profesora de Lengua y Literatura, que fue germen, junto a Carmen Carramiñana, del programa "Leer juntos" y sigue impulsando "hoy todavía" la pasión por la lectura a través de muchas iniciativas apasionantes ("Primavera de palabras", biblioteca, programas radiofónicos, tertulias literarias,..).

  


En estos momentos, nuestro IES Mar de Aragón promueve un plan de mejora de centro, en el marco del programa europeo PROA+. Entre sus actuaciones está planteada la mayor participación en este espacio de toda la comunidad educativa, especialmente de las familias.

Así que aprovecho el pretexto que me ofrece el Día de las Bibliotecas para invitar a toda la comunidad educativa para acercarse a consultar los fondos,  participar en el club de lectura "Leer juntos" y disfrutar de la exposición de mujeres narradoras.


Sigamos reinventando este espacio juntos:

¡¡Os esperamos con los libros abiertos!!










viernes, 24 de octubre de 2025

Aviso para navegantes


En un mundo ahogado en la marea de mensajes irrelevantes debemos prestar atención con especial interés, porque nos va el sentido de nuestra vida en ello, a las palabras de las personas reflexivas que nos alertan. 

Escuchad y leed el mensaje del filósofo Byung-Chul-Han, reciente Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2025. Es el mejor regalo que nos podemos hacer hoy. 

Y "Hoy es siempre todavía" para que la sociedad despierte  (evocando el verso machadiano tan necesario y deseado).


 

 Leed con calma el discurso, alojado en la página de la Fundación Princesa de Asturias:

En la Apología, el famoso diálogo de Platón, cuando Sócrates expone su propia defensa después de haber sido condenado a muerte, explica cuál es la misión del filósofo. La función del filósofo consistiría en agitar a los atenienses y despertarlos, en criticarlos, irritarlos y recriminarlos, igual que un tábano pica y excita a un noble caballo cuya propia corpulencia lo vuelve pasivo, y así lo espolea y estimula. Sócrates compara a ese caballo con Atenas.

Yo soy filósofo. Como tal, he interiorizado esta definición socrática de la filosofía. También mis textos de crítica social han causado irritación, sembrando nerviosismo e inseguridad, pero al mismo tiempo han desadormecido a muchas personas. Ya con mi ensayo La sociedad del cansancio traté de cumplir esta función del filósofo, amonestando a la sociedad y agitando su conciencia para que despierte. La tesis que yo exponía es, efectivamente, irritante: la ilimitada libertad individual que nos propone el neoliberalismo no es más que una ilusión. Aunque hoy creamos ser más libres que nunca, la realidad es que vivimos en un régimen despótico neoliberal que explota la libertad. Ya no vivimos en una sociedad disciplinaria, donde todo se regula mediante prohibiciones y mandatos, sino en una sociedad del rendimiento, que supuestamente es libre y donde lo que cuenta, presuntamente, son las capacidades. Sin embargo, la sensación de libertad que generan esas capacidades ilimitadas es solo provisional y pronto se convierte en una opresión, que, de hecho, es más coercitiva que el imperativo del deber. Uno se imagina que es libre, pero, en realidad, lo que hace es explotarse a sí mismo voluntariamente y con entusiasmo, hasta colapsar. Ese colapso se llama burnout. Somos como aquel esclavo que le arrebata el látigo a su amo y se azota a sí mismo, creyendo que así se libera. Eso es un espejismo de libertad. La autoexplotación es mucho más eficaz que ser explotado por otros, porque suscita esa engañosa sensación de libertad.

También he señalado en varias ocasiones los riesgos de la digitalización. No es que esté en contra de los smartphones ni de la digitalización. Tampoco soy un pesimista cultural. El teléfono inteligente puede ser una herramienta utilísima. No habría problema si lo usáramos como instrumento. Lo que ocurre es que, en realidad, nos hemos convertido en instrumentos de los smartphones. Es el teléfono inteligente el que nos utiliza a nosotros, y no al revés. No es que el smartphone sea nuestro producto, sino que nosotros somos productos suyos. Muchas veces sucede que el ser humano acaba convertido en esclavo de su propia creación. Las redes sociales también podrían haber sido un medio para el amor y la amistad, pero lo que predomina en ellas es el odio, los bulos y la agresividad. No nos socializan, sino que nos aíslan, nos vuelven agresivos y nos roban la empatía. Tampoco estoy en contra de la Inteligencia Artificial. Puede ser muy útil si se emplea para fines buenos y humanos. Pero también con la Inteligencia Artificial existe el enorme riesgo de que el ser humano acabe convertido en esclavo de su propia creación. La Inteligencia Artificial puede ser empleada para manejar, controlar y manipular a las personas. Por eso, la tarea acuciante de la política sería controlar y regular el desarrollo tecnológico de manera soberana, en lugar de simplemente seguirle el paso. La tecnología sin control político, la técnica sin ética, puede adoptar una forma monstruosa y esclavizar a las personas.

Últimamente he reflexionado mucho sobre la creciente pérdida de respeto en nuestra sociedad. Hoy en día, en cuanto alguien tiene una opinión diferente a la nuestra, lo declaramos enemigo. Ya no es posible un discurso sobre el que se base la democracia. Alexis de Tocqueville, autor de un famoso libro sobre la democracia estadounidense, ya sabía que la democracia necesita más que meros procedimientos formales, como son las elecciones y las instituciones. La democracia se fundamenta en lo que en francés se llama moeurs, es decir, la moral y las virtudes de los ciudadanos, como son el civismo, la responsabilidad, la confianza, la amistad y el respeto. No hay lazo social más fuerte que el respeto. Sin moeurs, la democracia se vacía de contenido y se reduce a mero aparato. Incluso las elecciones degeneran en un ritual vacío cuando faltan estas virtudes. La política se reduce entonces a luchas por el poder. Los parlamentos se convierten en escenarios para la autopromoción de los políticos. Y el neoliberalismo ha creado ya una gran cantidad de perdedores. La brecha social entre ricos y pobres se sigue agrandando cada vez más. El miedo a hundirse socialmente afecta ya a la clase media. Precisamente estos temores son los que lanzan a la gente hacia los brazos de autócratas y populistas.

Creemos que la sociedad en la que vivimos hoy es más libre que nunca. En cualquier ámbito de la vida, las opciones son infinitas. También en el amor, gracias a las aplicaciones de citas. Todo está disponible al instante. El mundo se asemeja a un gigantesco almacén donde todo se vuelve consumible. El infinite scroll promete información ilimitada. Las redes sociales facilitan una comunicación sin límites. Gracias a la digitalización, estamos interconectados, pero nos hemos quedado sin relaciones ni vínculos genuinos. Lo social se está erosionando. Perdemos toda empatía, toda atención hacia el prójimo. Los arrebatos de autenticidad y creatividad nos hacen creer que gozamos de una libertad individual cada vez mayor. Sin embargo, al mismo tiempo, sentimos difusamente que, en realidad, no somos libres, sino que, más bien, nos arrastramos de una adicción a otra, de una dependencia a otra. Nos invade una sensación de vacío. El legado del liberalismo ha sido el vacío. Ya no tenemos valores ni ideales con que llenarlo.

Algo no va bien en nuestra sociedad.

Mis escritos son una denuncia, en ocasiones muy enérgica, contra la sociedad actual. No son pocas las personas a las que mi crítica cultural ha irritado, como aquel tábano socrático que picaba y estimulaba al caballo pasivo. Pero es que, si no hay irritaciones, lo único que sucede es que siempre se repite lo mismo, y eso imposibilita el futuro. Es cierto que he irritado a la gente. Pero, afortunadamente, no me han condenado a muerte, sino que hoy soy honrado con la concesión de este bellísimo premio. Se lo agradezco de todo corazón. Muchísimas gracias.