Estos días de celebraciones en torno a los libros recordaba esta cita de Kafka que suelo aportar en clase, cuando el alumnado valora que el libro no le gusta porque le perturba demasiado o lo encuentra complejo.
“Me parece, además, que sólo deberíamos leer libros que muerdan y que piquen. Si el libro que leemos no nos despierta de un puñetazo en el cráneo, ¿para qué leerlo? ¿Para que nos haga feliz, como al que escribe? Válgame Dios, seríamos igualmente felices si no tuviéramos libros, y los libros que nos hicieran felices podríamos, en definitiva, escribirlos nosotros mismos. En cambio, necesitamos libros que actúen sobre nosotros como una desgracia que nos hace sufrir mucho, como la muerte de alguien que amamos más que a nosotros mismos, como si fuéramos proscriptos, condenados a vivir en los bosques lejos de todos los hombres, como un suicidio – un libro ha de ser como el hacha que quiebra la mar helada que llevamos dentro”.
El temario de 2º de Bachillerato nos ha permitido profundizar en dos lecturas que no son evidentes en su interpretación y muchas veces nos revuelven, nos confrontan. Por eso me gusta tanto comentarlas en clase, porque la lectura no solo es una fuente inagotable de placer y disfrute, también es una forma de conocimiento, de indagación personal, de ampliación de foco.
Conocer y entender las obras puede ser un paso previo para disfrutar la lectura. Me gustaría creer que finalmente habéis encontrado motivos para valorar Los santos inocentes y La fundación, nuestras lecturas obligatorias. Ojalá os hayan servido para ampliar vuestra percepción de las cosas.
Podéis dejar por aquí vuestras reflexiones. Os leo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario: