Quema de libros por los nazis |
Recupero para el aula un artículo de opinión de Antonio Muñoz Molina, que nos hace reflexionar sobre el enorme poder que tienen las palabras e insiste en lo que hemos comentado estos días, a propósito de la representación de "La niña azul" y el coloquio que mantuvimos con Víctor Juan. Aprovechando la efemérides del "Día Internacional de Conmemoración del Holocausto" el pasado domingo, también hemos comentado el texto "Memoria y Holocausto", reflexionando sobre la necesidad de educar en la "memoria histórica" para no repetir errores. Espero vuestra opinión en los comentarios:
"Algo muy serio, muy cargado, muy peligroso, tiene que haber en las palabras cuando los que mandan ponen tanto interés en controlarlas o en tergiversarlas, o en vaciarlas de sentido. Los aficionados a la literatura podemos imaginar melancólicamente que nuestro amor por las palabras es gratuito, minoritario, caprichoso, pero luego llegan los dueños el mundo o los partidarios del crimen, tan iletrados casi siempre, para recordarnos que las palabras importan tanto que vale la pena intentar suprimirlas, o hacerles decir lo contrario de lo que dicen, o encerrar o matar a alguien por haberlas usado y difundido. El escritor que más lúcidamente se rebeló contra el totalitarismo en el siglo pasado, George Orwell, tuvo siempre una preocupación obsesiva por el lenguaje: por la necesidad de mantener su claridad y su precisión, la vigilancia necesaria para no convertirse uno mismo en cómplices de los que usan para mentir. A nosotros nos puede parecer que la literatura le importa a muy poca gente, pero no hay tiranía ni ideología avasalladora que no hagan enormes esfuerzos por controlar lo que se escribe, por imponer libros y prohibir libros y quemarlos, por cambiar el significado de las palabras más comunes.
No sólo las tiranías: los gurús de la publicidad, los políticos tramposos. La literatura, la poesía, hacen el mismo servicio público que las depuradoras de agua: restauran el pleno sentido de las palabras, su capacidad de mostrar el mundo, su fuerza iluminadora y subversiva. Literatura, ahora mismo, es decir la palabra desahucio y la vergüenza y el drama contenidos en ella, por mucho que los tahúres lingüísticos del gobierno regional de Castilla-La Mancha decidan escamotearla por decreto".
El texto aborda el tema de la importancia del uso correcto del lenguaje. El autor defiende esta tesis: “Algo muy serio, muy cargado, muy peligroso, tiene que haber en las palabras cuando los que mandan ponen tanto interés en controlarlas o en tergiversarlas, o en vaciarlas de sentido”. Se trata de un texto argumentativo que muestra la opinión del autor con intención de hacer ver al lector lo importante que son las palabras. Probablemente haya sido publicado en algún periódico como artículo de opinión, ya que usa un lenguaje formal.
ResponderEliminarSe puede intuir que el texto es actual, y es atemporal, es decir, se puede leer en cualquier momento y seguirá estando de actualidad. El autor demuestra un alto dominio y cultura de la lengua.
La estructura externa del texto tiene dos párrafos. En el primero se expone la introducción y el desarrollo del texto. En el último párrafo nos encontramos con la conclusión.
La estructura interna, en este caso no coincide con la externa. En la primera parte (l.1-3) encontramos la introducción y la tesis. En la segunda parte (l.3-16) se expone el desarrollo, en el que incluye varios argumentos. La última parte (l.13-20) corresponde con la conclusión, que cuenta con la valoración personal del autor.
El texto expone varios argumentos. El primero que nos encontramos es un argumento para refutar posibles argumentos contrarios (l.3-8). Otro argumento es de autoridad, y se encuentra en las líneas 8-12.
El texto está marcado por la subjetividad del autor. También encontramos marcas alusivas al lector (“nosotros”), que son usados con intención de hacernos partícipes. El autor en el texto trata de criticar el mal uso del lenguaje y concienciar de la importancia del buen uso del mismo.
En conclusión, el texto, como ya he dicho trata el uso del lenguaje, y trata de hacer al lector consciente de lo que puede implicar no saber usarlo correctamente.
Debemos aprender de los errores de la historia para no repetirlos, aunque existan personas que afirman que es mejor olvidar y no remover el pasado, si no prestamos atención a nuestros fallos estamos destinados al fracaso. Como dijo Pepe Vada en la presentación de su libro “Recuerdos para la Paz” “¿Si no aprendemos de nuestros errores para qué coño están los historiadores?”. Si los ciudadanos tuviesen un mínimo conocimiento de la historia serían capaces de diferenciar las políticas que les convienen de las que les hacen creer que les convienen, para eso se inventó la censura, para mantener a los ciudadanos al margen del conocimiento.
ResponderEliminarJorge Crespo.
La modificación de las palabras para suavizar la realidad de los hechos es demasiado frecuente en nuestro día a día. Percibimos cómo los políticos tratan de confundirnos evitando la precisión y suavizando las palabras; usan eufemismos para que resulten menos dolientes. Cuantas veces habremos leído la palabra nacionalistas refiriéndose a los separatistas o activistas a los miembros de la ETA. Las palabras son armas muy potentes y la gente con poder lo sabe, por eso muchas veces les interesa manipularlas. En resumen, Antonio Muñoz Molina nos incita a reflexionar sobre la información que nos transmiten a través de los medios de comunicación, ya que las palabras no siempre son utilizadas de manera bien intencionada.
ResponderEliminarEn la actualidad la gente comete muchos errores tenemos que aprender de ellos para no hacerlos otra vez.Aunque haya personas que piensen que los debemos olvidar y no pensar en el pasado.
ResponderEliminarMucha gente modifica las palabras para intentar suavizar una verdadera realidad.Esto la gente lo hace muy a menudo en el día a día.Como los políticos en un discurso o unas declaraciones muy generales e inespecíficas ante los medios de comunicación que confunden al público retransmitido.
Si la gente tuviera una mínima cultura de historia, no cometeríamos tantos errores como lo haces actualmente y nos serviría de ayuda para mejorar nuestros hábitos y actitudes en el futuro.
En conclusión, el autor nos demuestra en este texto que las palabras no se usan como deberían utilizarse ante los medios de comunicación o en la vida cotidiana.
Javier Pastor