Un curso entero
sin Mario. Sin duda, el curso más difícil.
No ha sido igual, ni lo será. Cada persona es una pieza insustituible,
y nuestro compañero nos falta desde la última semana del curso pasado.
La única forma
que tiene la vida de devolvernos la esencia de los que no están es el cariño de
los que compartimos trayecto. Así ha sido este año. Hemos tenido la fortuna de tener
en el Departamento de Lengua durante los
meses que dura el Prácticum a Diego
Sancho, alumno de Mario, también mío, al
que tenemos un cariño especial. Él nos ha devuelto a través de sus recuerdos
llenos de admiración y afecto, al Mario que todos recordamos. Un Mario cercano con los alumnos, divertido
muchas veces, capaz de compartir sus pasiones más allá del aula. Tan lejos, que
Diego nunca va olvidarlo.
Comparto el
escrito que ha preparado para rendirle homenaje y mantenerlo vivo en nuestro
corazón, donde siempre estará.
Homenaje Mario
Todos conocíamos a Mario. Un gran profesor allá donde los
haya. Pero, sobre todo, una magnífica persona que hizo que fuera querido por
todos. Más que lo que explicaba, lo curioso era ver cómo lo explicaba y la
conexión que mantenía siempre con el alumno.
En clase, por lo que destacaba Mario era por su cercanía y
simplicidad con el alumnado. Solía traer ejemplos muy cercanos al contexto del estudiante.
Me explico, muchas veces en el análisis sintáctico, en vez de ponernos oraciones
descontextualizadas del libro, nos ponía frases que podían ser más o menos
cercanas al alumno. Recuerdo una vez cuando (1º Bachiller) un lunes empezamos
la clase de lengua analizando una oración que tenía que ver con la abultada y
sonrojante derrota que el Real Zaragoza había sufrido ese fin de semana ante el
Málaga (3 a
5). Además otro día, recuerdo en 4º ESO que nos puso una frase relativa a unos
jóvenes que hacían botellón en un parque. Lo que quiero señalar es que quizá
estas oraciones no eran muy ortodoxas (sobre todo la segunda) pero de alguna u
otra manera conseguían enganchar al alumnado. En cuanto a la del botellón,
personalmente no solía yo hacerlo por aquellas épocas, pero recuerdo cómo el
resto de la clase se sentía más «enganchada» a la explicación que si hubiera
sido una oración totalmente descontextualizada. En el primer caso, (oración
sobre el R. Zaragoza) recuerdo cómo presté el doble de atención a la
explicación ya que estábamos analizando una oración de un suceso que había
ocurrido ese mismo fin de semana. Desde luego, a los más futboleros ya los
tenía en el bolsillo.
Por otra parte, recuerdo también que solía hacer muchas
bromas en clase y, de alguna manera, ello contribuía a que las explicaciones
fueran más amenas. Su repertorio de chistes era amplísimo. Desde una vez que a
unos amigos míos los pilló distraídos en la última fila y les dijo: «os he
pillado en fuera de juego» hasta cuando quería llamar la atención de alumnos
concretos y, por ejemplo, decía: «Hidalgo, baja del caballo» (cuando esta alumna
estaba distraída y quería llamar su atención, pues tenía Hidalgo por apellido)
o «Lázaro, levántate y anda» (lo mismo, para una chica que se apellidaba
Lázaro). Son ejemplos concretos pero que bien demuestran el humor reinante que
había en sus clases.
A nivel personal, lo que más me llamó la atención de Mario
es su pasión por lo que enseñaba. Escribo esta redacción como aspirante a ser
algún día también profesor de Lengua y Literatura como él lo fue. Así que puede
ser que en sus clases se comenzara a originarse la semilla de mi gusto por la
lengua y la literatura. Compartí dos años con él (4º ESO y 1º Bachillerato) y
son años en los que me consiguió transmitir bastante. De hecho, había amigos
míos que en coña me decían «mini Mario» para referirse a mí cuando yo les
comentaba mi idea de iniciar estudios filológicos en la Universidad.
Aparte de ser él uno de los que originaron mi gusto por la
literatura y la lengua española, fue él también quién me inició en el mundo del teatro. Recuerdo
que estábamos en 2º Bachillerato y se iba a celebrar ese año una obra teatral
en conmemoración del VI centenario del Compromiso de Caspe. Mario codirigía el
desarrollo teatral y recuerdo cómo algunos compañeros míos se apuntaron
voluntariamente. Cuando nos lo propuso, yo a
priori rechacé la invitación ya que nunca antes había hecho teatro. Tengo
que destacar que ese curso Mario no era mi profesor (sí del otro grupo) y
recuerdo cómo se acercó hasta mí un día y me lo propuso. Al principio rehusé,
pero luego acepté. La verdad que la experiencia fue maravillosa. Representamos
dos o tres veces en el Instituto y luego hicimos también una o dos
representaciones en el Teatro Goya.
"Crónica de un destino"
El haber participado en esta representación se podría haber
quedado de manera anecdótica. Pero no. Fue para mí importante porque gracias a
él pude formar parte de ese elenco amateur
de actores y poder participar en mi primera obra teatral. Aparte de pasármelo
muy bien y disfrutar, fue para mí importante porque en años posteriores en la
Universidad pude seguir desarrollando mi faceta artística en el grupo teatral
del Colegio Mayor en el que residí. En definitiva, fue para mí importante
porque me despertó la vena artística y ello me permitió que años más tarde
perdiera el miedo a actuar, a hablar en público y me atreviera a apuntarme a
grupos de teatro.
Por último, y en el ámbito extra académico, siempre me he
llevado m bien con Mario. Siempre que me lo encontraba por ahí hablábamos y
nos llevábamos muy bien. Incluso nos hemos llegado a tomar alguna caña en
fiestas como los Medievales o en las Fiestas de Agosto, y una vez con los
amigos asistimos a un concierto suyo en la peña El Chaleco.
En conclusión, puedo decir que Mario fue uno de esos
profesores que dejan huella. Todos hemos sido estudiantes y todos hemos tenido
alguna vez un profesor de «esos que marcan». Pues bien, el mío fue Mario. Los
que pudieron compartir con él alguna vivencia, ya sea académica, personal,
deportiva (su gusto por las bicis también lo identificaba) o musical (guitarrero donde los haya) lo recordarán
a su manera. Simplemente, he querido mostrar en estas líneas lo que significó
como profesor para mí. De sus mayores virtudes: la relación profesor – alumno y
su simplicidad con el grupo. Espero que allá donde estés, el humor siga siendo
uno de tus principales aliados.
A Mario Forner
Masdeú, profesor del IES Mar de Aragón, Caspe (Zaragoza).
Diego Sancho. Exalumno.
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