domingo, 18 de septiembre de 2016

Siempre las palabras


"Si el mundo estuviese hecho de harina, querríamos conocer los secretos de la harina; si de huevo, los secretos del huevo; si de plastilina, los de la plastilina. Nosotros estamos hechos, sobre todo, de palabras. Cuando nacemos, alguien toma en sus brazos ese trozo de carne fresca y comienza a amasarlo con palabras. Somos niños o niñas, altos o bajos, feos o guapos, porque nos cuecen en una salsa de adjetivos, pronombres, verbos, adverbios y preposiciones. Un hombre hecho, incluso a medio hacer, es el hijo de, el novio de, el padre de, el amigo de, del mismo modo que es ingeniero o médico o mendigo, además de español, inglés o lituano. Por eso, conviene conocer el funcionamiento de las palabras con la precisión con la que conocemos el de los pulmones.


 
El corazón mata, pero las palabras también. Si a usted, por ejemplo, le asignan la palabra mujer, corre el peligro de perecer a manos de un marido (llevamos 38 mujeres muertas en lo que va de año). Y si le asignan el término inmigrante, tiene bastantes posibilidades de ahogarse al cruzar el Estrecho en una balsa. Vamos al cardiólogo cuando nos duele el corazón, pero no se nos ocurre acudir al gramático cuando nos duele la vida. Y hacemos bien, porque lo cierto es que cada uno debería ser su propio gramático. Acabo de comprar una novela titulada Cuando éramos mayores, de Anne Tyler (Alfaguara), cuya primera frase dice así: 'Érase una vez una mujer que descubrió que se había convertido en la persona equivocada'. No puedo decirles cómo sigue porque llevo varios días intentando digerir ese comienzo tan terrible como esperanzador.
 
Imagen: Sergio Cerchi

Es cierto: a veces no eres capaz de sacar adelante el proyecto que tenías de ti y te sale un individuo detestable. Pero si dispones de los recursos verbales necesarios para darte cuenta, quizá puedas rectificar. Me pregunto si no nos habremos convertido en las sociedades y en las naciones y en los países equivocados. Y si todavía estamos a tiempo de construir una frase tan sencilla, pero tan eficaz, como la de esa novela: érase un mundo que descubrió que se había convertido en un mundo equivocado. Hay que hacer un pequeño esfuerzo sintáctico, pero vale la pena. Viva la gramática."

("Errores" Juan José Millás, "El País", 11/02/02)

Reanudamos nuestros pre- textos con este articuento de Juan José Millás.
  • ¿Qué proyecto tienes de ti? Manda una carta a tu yo de 25 años comentando los sueños y objetivos que te planteas alcanzar. Intenta dar cuenta de aspectos variados (personal, social, académico, familiar…)
  • Escribe un texto basándote en ejemplos concretos, en el que expreses cómo las palabras pueden encasillar a las personas y hacerles daño.
  • Elige las palabras que te ayudan a conseguir tus metas y objetivos personales de este curso y escríbelas.
 
Aquí os dejo algunas palabras que ha propuesto el grupo de 2º de Bachillerato A. Son palabras poderosas, que van a tirar de vosotros hacia delante:





 


 

5 comentarios:

  1. Hace días que me lleva vagando por la cabeza una leve reflexión y no sabía muy bien donde encasillarla. La hago aquí porque este fue nuestro principio, ahora que estamos empezando nuestro final. Así pues, dicha reflexión es el tiempo.
    El tiempo va y viene. Pasa rápido. Ayuda a olvidar y a querer. Dicen que siempre nos quedará el tiempo, y así es. Iago de la Campa, en su nuevo poemario, habla sobre la importancia de regalar corazón y tiempo, lo más importante que tenemos.
    Además, últimamente los años pasan más rápido y me doy cuenta de que realmente no estoy aprovechando mi adolescencia como debería. Aún me acuerdo del primer día de instituto en Caspe, o en el anterior instituto, en Maella. Es increíble lo rápido que pasa el tiempo y no nos damos cuenta. Que hace dos días entrábamos por la puerta, cabizbajos y nerviosos, sin conocer a nadie, y ahora estamos a una semana de lo que será un gran paso, con la cabeza alta y aún más nerviosos. El año pasado entré a este instituto sin conocer a nadie -excepto a los alumnos del instituto de Maella, que son una minoría-, sin saber lo que me esperaba y a quién me encontraría. Pero, hoy por hoy, puedo decir que me alegro mucho de haber cruzado dicha puerta y conocer a los que hoy son mis compañeros, aunque ya por poco tiempo.
    El tiempo me ha enseñado que si lo bueno no dura siempre, lo malo tampoco. Que la tristeza, así como la felicidad, un día se va y tarda mucho en llegar, pero hay personas que alegran ese trayecto. El tiempo te trae y te quita gente cada día porque, como dicen, cuando se cierra una puerta, se abre una ventana, ¿no? El tiempo sabe siempre lo que hace y si en este momento decide que no pases por un buen momento, es porque tiene algo muy bueno esperando para ti. Yo también lo llamo karma.
    Así pues, el tiempo también cambia a la gente, a mejor o a peor, pero nunca se quedan igual tras su paso.
    Todo se basa en el tiempo que tenemos, y en este curso, el tiempo ha parecido no estar. Las horas pasan y pasan cuando estás encerrado en tu habitación estudiando. Y esto habría que cambiarlo. Vivimos en un país donde el sistema educativo se basa en memorizar. El que más memorice es el más listo, el que más autores de la historia del arte se pueda aprender es el más inteligente, el que se aprenda más rápido la trayectoria de Buero Vallejo es el mejor. Y no. La inteligencia no se basa en la cantidad de teoría que puedas memorizar. Si no apruebas, eres un vago porque no has estudiado. Y no. Pero a este país no le gustan las personas que piensan y desarrollan un pensamiento crítico. Cuidado, si piensa, nos echará abajo todos los años de trabajo y esfuerzo por llevar a cabo una sociedad llena de máquinas preparadas para vomitar doce temas de historia, u ocho autores de filosofía.
    Para terminar, voy a añadir una frase que me dijo un compañero de clase, y no podía estar más en lo cierto: “Somos el tiempo que nos queda”. Y qué razón. ¿Nos vamos a quedar todo el tiempo en casa estudiando para tener un futuro que no queremos porque no hay más salidas en este país? ¿Vamos a perder el tiempo de nuestra juventud encerrados en una habitación? Ojalá la respuesta fuera no, pero desafortunadamente es sí, porque no tenemos otra.
    Hay que aprovechar mientras tengamos tiempo, porque se va y no vuelve. Y luego nos arrepentimos.
    Inés Llop Labaila

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  2. La palabra aquello tan simple y a la vez tan poderoso. Nacemos con palabras, vivimos inmersos en ellas, en definitiva nosotros mismos somos meras e insignificantes palabras con las que un día alguien nos nombro y definió. ¿Pero realmente somos conscientes de todo lo que estas conllevan en nuestra vida?
    Una simple palabra tiene el poder de cambiar mentes, de dar o quitar oportunidades, incluso de hacer que un mero hecho se convierta de repente en algo tan insólito que ni nosotros mismo sepamos cómo reaccionar.
    Existe un gran problema del cual formamos parte todos y cada uno de nosotros, este es la facilidad y la rapidez con la que decimos cualquier palabra sin antes pararnos a pensar su verdadero significado, sin valorar la repercusión que esta tendrá sobre aquel a la que se la hemos dirigido. Esto realmente es un problema del cual tenemos que conseguir ser conscientes, debemos reaccionar a tiempo, porque cuando calificas a alguien con una palabra quedara siempre sometido a esta. A partir de ese momento pasara a ser alguien que ni él se espera, por ejemplo podemos pasar en tan solo unos segundos de ser un médico, un médico normal, a ser un gran médico o por el contrario un médico horrible. ¿Entendéis ahora dónde está el problema?
    Las palabras son ayuda, un sustento que hemos desarrollado y a partir del cual gira nuestro día a día, pero al mismo tiempo encontrar la palabra concreta en cada momento es, en muchas ocasiones, algo a lo que tememos, una idea que vaga lentamente por nuestra mente pero que no conseguimos expulsar hacia el exterior, es difícil expresar en cada instante con palabras lo que sentimos y queremos. La clave de entendernos es lograr comprender nuestro propio vocabulario.
    Las palabras también son en muchos casos nuestras limitaciones, por mucho que queramos mostrar algo que hemos visto, pensamos o imaginamos si no lo hacemos con el vocablo preciso será incomprensible para todo aquel que nos este escuchando. Las palabras tienen el poder de transportarnos a lugares que nunca hemos visitado o circunstancias que no hemos vivido, pero gracias a ellas podemos sentirnos como si fueran parte de nosotros.
    En definitiva todo nuestro mundo está construido de palabras, por ello es importante calificar y nombrar todo cuanto nos rodea. Esta es una difícil tarea que debemos ser capaces de dominar y sobre todo ser capaces de darle el valor que se merece.

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  3. La palabra aquello tan simple y a la vez tan poderoso. Nacemos con palabras, vivimos inmersos en ellas, en definitiva nosotros mismos somos meras e insignificantes palabras con las que un día alguien nos nombró y definió. ¿Pero realmente somos conscientes de todo lo que estas conllevan en nuestra vida?
    Una simple palabra tiene el poder de cambiar mentes, de dar o quitar oportunidades, incluso de hacer que un mero hecho se convierta de repente en algo tan insólito que ni nosotros mismos sepamos cómo reaccionar.
    Existe un gran problema del cual formamos parte todos y cada uno de nosotros, este es la facilidad y la rapidez con la que decimos cualquier palabra sin antes pararnos a pensar su verdadero significado, sin valorar la repercusión que esta tendrá sobre aquel a la que se la hemos dirigido. Esto realmente es un problema del cual tenemos que conseguir ser conscientes, debemos reaccionar a tiempo, porque cuando calificas a alguien con una palabra quedará siempre sometido a esta. A partir de ese momento pasará a ser alguien que ni él se espera, por ejemplo podemos pasar en tan solo unos segundos de ser un médico, un médico normal, a ser un gran médico o por el contrario un médico horrible. ¿Entendéis ahora dónde está el problema?
    Las palabras son ayuda, un sustento que hemos desarrollado y a partir del cual gira nuestro día a día, pero al mismo tiempo encontrar la palabra concreta en cada momento es, en muchas ocasiones, algo a lo que tememos, una idea que vaga lentamente por nuestra mente pero que no conseguimos expulsar hacia el exterior, es difícil expresar en cada instante con palabras lo que sentimos y queremos. La clave de entendernos es lograr comprender nuestro propio vocabulario.
    Las palabras también son en muchos casos nuestras limitaciones, por mucho que queramos mostrar algo que hemos visto, pensamos o imaginamos, si no lo hacemos con el vocablo preciso será incomprensible para todo aquel que nos esté escuchando. Las palabras tienen el poder de transportarnos a lugares que nunca hemos visitado o circunstancias que no hemos vivido, pero gracias a ellas podemos sentirnos como si fueran parte de nosotros.
    En definitiva todo nuestro mundo está construido de palabras, por ello es importante calificar y nombrar todo cuanto nos rodea. Esta es una difícil tarea que debemos ser capaces de dominar y sobre todo ser capaces de darle el valor que se merece.

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  4. Puede ser cierto aquello que dicen de que “las palabras se las lleva el viento”, pero realmente, el impacto que crean esas palabras en aquel momento es importante por mucho que después a aquellas palabras “se las lleve el viento”.
    Las palabras dejan huella, positiva o negativamente, y en cierto modo, definen cómo eres. Es cierto, ya que tus pensamientos o sentimientos se convierten en palabras y esas palabras, usadas en determinados momentos, pueden herir o agradar.
    Es bueno decir lo que uno piensa, es evidente, pero hay que saber cómo y en qué circunstancias hacerlo. Hay situaciones en las que dependiendo del estado de ánimo de uno mismo no se piensan o controlan completamente las palabras a decir, y con ello pueden surgir malentendidos o incluso arrepentimientos por cosas que se han dicho. Por ello, hay que saber cuándo hablar y el qué, pero sobre todo saber callar cuando se debe.
    Por otro lado, en situaciones desagradables una simple palabra grata puede cambiar completamente el ambiente; ahí el gran poder de las palabras.
    Con el tiempo, el uso correcto de las palabras se aprende, sea algo fácil o forzado (aprendido cometiendo errores) y sobre todo su valor y poder.
    Definitivamente, sin palabras no seríamos lo que somos ya que ellas nos representan; cuida su uso.

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  5. ¿Puede haber algo que con solo nombrarlo pueda ser nuestra limitación, barrera, o también nos haga cambiar de actitud en cuestión de segundos?
    Las palabras, pequeñas letras unidas pero que en conjunto tiene una gran importancia para nosotros. Son ellas con las que nos califican, las que nos determinará el lugar del que provenimos y cómo seremos. Pero además, tiene un poder, el poder de hacernos sentir contentos, tristes etc., porque dependiendo de la persona, y de la situación en la que se nos dicen pueden afectarnos de una manera u otra. Si todo lo que tus oídos recogen son palabras positivas por parte de otras personas, te sentirás como en una nube de felicidad y motivación. Al contrario si son negativas, pueden hacer que llegues a hundirte en lo más bajo y no levantes cabeza durante un tiempo. Ellas son las que nos dan la motivación y energía necesarias.
    Lo malo de estas es que se pueden utilizar como un arma para dañar nuestra personalidad o manera de pensar, por eso hay que hacer un uso correcto de ellas, debemos utilizarlas como algo para el bien de todos, no como una manera de destruir la vida de los demás.

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