jueves, 28 de julio de 2011

Lágrimas en la lluvia

 "Bruna despertó sobresaltada y recordó que iba a morir.
Pero no ahora."
 
Así arranca la última novela de Rosa Montero Lágrimas en la lluvia, un comienzo impactante que permite la identificación con la protagonista desde las primeras líneas. El golpe devuelve la mirada a nuestro interior como un espejo: Todos sabemos que vamos a morir, si bien no en este momento.
 
Bruna padece una aguda crisis existencial, pues ella sí tiene fecha de caducidad: es una androide, una replicante diseñada para vivir sólo diez años.  De forma que ella vive su angustiosa cuenta atrás: cada día de más es también un día de menos. Los que hemos acompañado a enfermos terminales con plazo predeterminado hemos sufrido esa misma angustia, el inexorable plazo que nos acerca al final ineludible: la muerte.
 
"La protagonista está enferma por la fiebre del vértigo de la vida, oye el viento del tiempo pasar por sus oídos de una manera ensordecedora", en palabras de la autora.


Así una novela de ciencia-ficción, homenaje a la mítica película desde su título y con unos personajes inspirados en los replicantes del film de Ridley Scott, deviene una metáfora poderosa de la condición humana. Como un zoom focaliza sobre nuestra temporalidad llevándola a la hipérbole, aunque como previene uno de los personajes unos años de más tampoco son suficientes:
 
"Nunca bastan. Por mucho que vivas nunca es suficiente".
 
La novela toma el título de la famosa escena final de Blade Runner: "Todos esos momentos se perderán como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir".



Bruna Husky, la protagonista, un ente de ficción que a su vez encarna a un robot artificial del futuro, resulta poderosamente real, humanamente convincente, dolorosamente familiar, porque Bruna no es una máquina insensible, sabe del sufrimiento, aunque no todo él haya sido "vivido" y forme parte de su programa de configuración. Igual de humano es su vitalismo, esas ansias por devorar la vida, aunque sea con el regusto amargo de la cuenta atrás.

"Conoces la melancolía y la nostalgia. Y  la emoción de una palabra hermosa, de una palabra o un cuadro. Quiero decir que también te he dado la belleza, Bruna. Y la belleza es la única eternidad posible".

La pérdida durante el proceso de escritura de la pareja de la autora, Pablo Lizcano, sin duda tuvo que influir en esta construcción tan realista y cercana del personaje protagonista, que también acusa la pérdida de su compañero y amante Merlín. Un personaje con el que nuestra autora comparte otras coincidencias como la afición al vino blanco. La propia escritora le prestó su seudónimo en Second Life, Bruna Husky, lo que da medida del cariño con el que aborda este personaje.

Lágrimas en la lluvia es mucho más que un homenaje a una fantasía de ciencia-ficción. La trama se desenvuelve de forma trepidante con todos los ingredientes de la novela negra. Al final las piezas encajan como un puzle meditado y evidente. Y también es una novela existencial en la que la protagonista busca el sentido de su vida, medita sobre su identidad y pide cuentas al creador de su memoria artificial, como hiciera Augusto ante Unamuno en la imprescindible nivola Niebla.
 
Los paralelismos entre los memoristas, creadores de memorias artificiales para los replicantes,  y los novelistas, permiten hablar también de una metanovela. El autor literario también es un dios para sus personajes,  selecciona su bagaje emocional y vivencial y predetermina su destino.  La memoria en todo caso es materia de ficción para muchos de ellos y todos sin excepción hacemos una selección ficticia y recreada de nuestros recuerdos. La tentación de todo novelista de fundir ficción y vida es la misma que hace que los memoristas de esta obra experimenten con los replicantes y les insuflen a veces vivencias reales.
 
Lágrimas en la lluvia no se agota en la primera lectura.  Como las buenas novelas de ciencia-ficción  nos plantea interrogantes sobre nuestro propio tiempo y sobre nuestro papel en el mundo. Rosa Montero ha construido una metáfora poderosa y hermosa actualizando el  tópico clásico  "tempus fugit", la fugacidad del tiempo, la inconsistencia de la vida. 
 
Los versículos del Eclesiastés (3, 1-8) sirven de preámbulo a la obra y entonan su mensaje de aceptación ante el paso del tiempo, el dolor y la muerte en boca del replicante Merlín. 

"Hay un tiempo para todo y un tiempo para cada cosa bajo el sol:
Un tiempo par nacer y un tiempo para morir,
un tiempo para plantar y un tiempo para arrancar lo plantado;
un tiempo para matar y un tiempo para curar,
un tiempo para demoler y un tiempo para edificar;
un tiempo para llorar y un tiempo para reir,
un tiempo para lamentarse y un tiempo para bailar;
un tiempo para arrojar piedras y un tiempo para recogerlas,
un tiempo para abrazarse y un tiempo para separarse;
un tiempo para buscar y un tiempo para perder,
un tiempo para guardar y un tiempo para tirar;
un tiempo para rasgar y un tiempo para coser,
un tiempo para callar y un tiempo para hablar;
un tiempo para amar y un tiempo para odiar,
un tiempo de guerra y un tiempo de paz".


En el programa "Página 2" de La 2 de TVE  Rosa Montero presenta en primera persona su nueva apuesta narrativa. La Revista Eñe entrevistó también a la autora , quien da las claves de este mundo propio que ha conseguido crear:



Imagen de tinta ha dedicado una estupenda entrada a Blade Runner, el clásico contemporáneo que ha servido de inspiración para la novela, donde incluye una guía de trabajo con expotación didáctica.

Ya solo resta que no perdáis tiempo y corráis a leerla. No os defraudará. 
 


4 comentarios:

  1. ¿Sueñan los androides con ovejas electrónicas?

    Interesante libro, a ver si ahi suerte y puedo leerlo.

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  2. ¡EStupenda idea! Son menos de 200 páginas, así que voy a incluirlo en mi lista de lecturas de verano también.

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  3. Sé de la fijación de Rosa Montero por Blade Runner. Leí en algún artículo que la primera vez que la vio, cuando la estrenaron, se rió en ese final en que el androide habla de que ha visto naves más allá de Orión. Tiempo después la misma escena le producía un intenso patetismo considerando la fragilidad de la vida... La metáfora de los replicantes es poderosa. Sin embargo, no me atrae el experimento de Rosa Montero. Su forma de ver el mundo no se identifica con la mía, tal vez por ser demasiado similar y verme en mis errores y temores retratado en ella, igual que en su falta del sentido del humor que refleja su escritura. Leí hace muchos años La función delta y la Crónica del desamor, pero entonces yo era otro que tal vez también se reía con el soliloquio del replicante, igual que ella. Hoy lo veo todo demasiado en serio. Rosa Montero se mete en profundidades sin la dimensión escritora que haría falta para hacerlo con acierto y agudeza. Es como un quiero y no puedo, todo excesivamente explícito. Es la sensación que me produce, aunque ella como personaje público me merece un gran aprecio. Al menos es honrada. Es como es. Te escribo al final del verano, frente al mar. Mañana vuelvo a mi vida habitual. Un saludo.

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  4. A mí sí me ha gustado el planteamiento de la novela. Reconozco que también siento cierta fijación por "Blade Runner" y al contrario que a ti me gusta esa parte de la ciencia ficción que permite hacer una lectura de nuestro tiempo y nuestra angustia existencial. Rosa Montero redunda en uno de sus temas preferidos, la memoria, que es un elemento clave de nuestra identidad. Pero la naturaleza de nuestros recuerdos es realmente extraña. Cuando nos recordamos es cuando más nos parecemos a los entes de ficción. La proporción de lo recordado y de lo inventaado, lo transformado, lo olvidado es verdaderamente intrigante. Por otro lado, Bruna es un personaje con luces y sombras muy real, en efecto.
    Espero que tus vacaciones te hayan permitido cargarte de energía. Yo acabo de llegar de una escapada y eso he intentado. Un abrazo.

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