Me encanta regalar libros, a veces puede resultar incluso molesto (sobre todo si tienes sobrinos poco lectores). Hay libros para todas las ocasiones, libros para celebrar (cumpleaños, navidades, santos), libros para agradecer, libros para consolar, libros para aprender, libros para contemplar, libros para disfrutar, sin más.
Quizás por eso me gusta distinguir cuándo regalo y cuándo presto un libro. Los libros de mi biblioteca personal son de ida y vuelta, aunque como os pasará a menudo no siempre se entiende así. Detrás de cada uno de ellos subyace una historia, a veces insignificante, a veces muy personal. Forman parte de mi autobiografía.
De mi visita a la ciudad de Salamanca hace ya veinte años me traje una reproducción en cerámica de la cédula de excomunión de la Biblioteca de la Universidad. Desde entonces cuelga al lado de mis libros, para recordarme, al menos a mí, la importancia de que vuelvan de nuevo a ocupar su sitio.
En una línea más actual me resultan divertidos estos ex libris que descubrí en mi paseo por “My home library”, además de oportunos para recordar a mis amigos que deben tratar el libro con sumo cuidado.
Te ruego que también los recomiendes a través de mi Foro de Internet en el Aula. Gracias.
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