(Imagen: Chema Madoz)
En "Lugares comunes" (Adolfo Aristarain, 2002) un espléndido Federico Luppi alecciona a los futuros profesores y les encomienda una misión:
"Despierten en sus alumnos el dolor de la lucidez
sin límite, sin piedad".
No somos ni podemos ser meros transmisores de contenidos, debemos enseñar a dudar, a ser críticos. Tenemos una misión, necesaria en cuanto sabemos que estamos más manipulados de lo que puede parecer:
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