miércoles, 17 de noviembre de 2010

Saber o no saber, esa es la cuestión

Lúcida reflexión de Elvira Lindo en su columna de hoy en "El País", que reproduzco a continuación:

"En una librería neoyorquina, McNally Books, en donde la literatura en castellano ha conquistado un espacio, nos reunimos para hablar en torno a un libro. Muchos españoles, la mayoría jóvenes, y la mayoría de esos españoles, científicos. Investigan sobre sida, memoria emocional, cáncer, memoria espacial... En los primeros tiempos disfrutan de su experiencia, a partir del tercer año comienzan a preguntarse por qué no pueden ejercer su profesión en casa. Vivir en Nueva York es excitante pero duro, agotador. Lo paradójico es que conforme su nivel de capacitación va subiendo, las posibilidades de encontrar trabajo en nuestro país decrecen. Les escucho y pienso en lo frecuente que es leer en la prensa dos juicios de valores del todo contradictorios sobre el nivel de preparación de los jóvenes. Por un lado, tenemos al optimista inquebrantable que afirma que nunca la juventud española ha estado tan preparada; por otro, el tozudo catastrofista que piensa que de esta enseñanza media solo brotan ignorantes. Las dos opiniones son tan reduccionistas que la visión más cercana a la realidad se consigue sumándolas.

Imagen: Aleksandra Slowik
Lo tremendo es que hay una parte de esa juventud, sobrada de talento, a la que no le dejamos otra oportunidad que regalárselo, por ejemplo, a los Estados Unidos, que lo reciben sin preguntar de dónde viene. Y otra juventud que, como consecuencia dramática de los años burbujeantes de la construcción descontrolada, se encuentra con que ahora tiene las manos en los bolsillos por haber sido diabólicamente adiestrada para obtener beneficio sin tener oficio. La extraña convivencia de esas dos realidades, tan dispares la una de la otra, son las que definen un país en el que se abre un inmenso abismo entre los que saben mucho y no tienen dónde demostrarlo y los que no saben casi nada y no tienen dónde emplear su ignorancia".


4 comentarios:

  1. Vivimos en el siglo de las paradojas, y ésta es una de las más preocupantes. Me recuerda a aquel anuncio de JASP (Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados). ¿Preparados para qué? Para tener que buscar oportunidades en otro país o estar en el paro.
    Coincido contigo, Esther, buenísima la columna

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  2. Querida Esther:
    Desgraciadamente es un fenómeno que golpea a los jóvenes preparados de todo el mundo. Duele mucho porque las expectativas individuales, familiares y sociales se van por el caño cuando la sobrecalificación les cierra las puertas, los condena al subempleo o a la emigración, sobre todo, como bien lo señala el artículo a Estados Unidos. En México, en donde no hay trabajo ni seguro de desempleo, se cree que los jóvenes sin preparación son fáciles presas de los cárteles de la droga, ojalá eso no sea del todo cierto.
    Un abrazo.

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  3. Silvia, recientemente una antigua alumna se lamentaba de haber optado por una carrera de Bioquímicas en lugar de un ciclo superior de formación profesional. Es una pena que tener una mayor preparación esté penalizado con menos oferta laboral. No todos desarrollarán sus capacidades y preparación saliendo fuera y malograrán una inversión en formación. Una pena.

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  4. María Eugenia, agradezco tu visión desde México, aunque sea para confirmar que la educación y el empleo no ha sido una prioridad de nuestros países y las consecuencias sociales no son nada optimistas.
    Un abrazo.

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