Ante un centenar de expectantes alumnos el autor admitió que él “se alimenta de lo cotidiano”: “lo mío es de andar por casa”. Muchas veces sus historias se nutren de lo más próximo, su familia. “Mi padre aprendió a montar en bici a los tres años”, les confiesa. Hasta aquí todo normal. “Lo malo es que nadie le enseñó a bajar”. Ya tenemos el elemento extrañador. A partir de ahí, el interés ya no decae y el relato de este comunicador nato que es Nesquens va creciendo ante la sonrisa cómplice de los profesores que asisten al encuentro y la abierta carcajada de los chicos y chicas del patio de butacas.
Daniel Nesquens se mueve con soltura en las distancias cortas. Lo suyo es el relato, la asociación insólita, aderezado siempre con humor. En esta línea, su obra Hasta (casi) cien bichos se ha hecho un hueco merecido en el panorama de la literatura juvenil.
Admiro la literatura que se propone, además de una buena historia, despertar una sonrisa. Este difícil arte presupone en mayor medida que otros la implicación del lector. La literatura de humor precisa receptores participativos, atentos a los guiños cómplices o dobles lecturas que subyacen en las situaciones más cotidianas, que ahora, bajo este nuevo prisma, resultarán extrañas y sorprendentemente nuevas, re-creadas de alguna manera también por el lector.
Daniel Nesquens compartió con nosotros la gestación de Marcos Mostaza, un personaje de unos diez años, zaragozano, al que en realidad le pasan pocas cosas, pues reconoce que las historias suelen afectar a los otros personajes que le rodean. Entre estos, el abuelo destaca por su acidez, como un “personaje políticamente incorrecto” que le permite en cada libro introducir algún referente crítico de la actualidad.
Marcos Mostaza surgió como un encargo, con las lógicas limitaciones creativas. Como primicia supimos que acaba de entregar a la editorial el quinto libro de la serie (hace unas semanas solamente veía la luz el cuarto libro). Y como espectadores privilegiados, eso sí, a distancia y con muchas reservas, nos enseñó un diario de ruta elaborado con mimo donde anota todas la incidencias de cada libro de Marcos Mostaza y lleva la cuenta del calendario.
Fue un encuentro fresco, divertido, aderezado con la espontaneidad de estos chicos de 1º de ESO, que todavía no tienen demasiado pudor para improvisar preguntas, incluso las más personales (o para repetirlas). Daniel Nesquens mantuvo el pulso con envidiable sentido del humor y demostró unas inmejorables cualidades para comunicar.
Marcos Mostaza surgió como un encargo, con las lógicas limitaciones creativas. Como primicia supimos que acaba de entregar a la editorial el quinto libro de la serie (hace unas semanas solamente veía la luz el cuarto libro). Y como espectadores privilegiados, eso sí, a distancia y con muchas reservas, nos enseñó un diario de ruta elaborado con mimo donde anota todas la incidencias de cada libro de Marcos Mostaza y lleva la cuenta del calendario.
Fue un encuentro fresco, divertido, aderezado con la espontaneidad de estos chicos de 1º de ESO, que todavía no tienen demasiado pudor para improvisar preguntas, incluso las más personales (o para repetirlas). Daniel Nesquens mantuvo el pulso con envidiable sentido del humor y demostró unas inmejorables cualidades para comunicar.
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¡Uau! que envidia poder contar con David Nesquens. Felicidades.
ResponderEliminarMe encanta este escritor. Estoy totalmente enganchada a él. Qué bien, poder compartir con él.
ResponderEliminarUn abrazo.
Siempre es una suerte poder contar con Daniel, seguro que fue divertido y entrañable.
ResponderEliminarEs verdad, Manuel, Toñi, Lectora, disfrutamos mucho con Daniel Nesquens. Para repetirlo.
ResponderEliminarGracias por pasar por aquí. Un abrazo.