Frente a los funestos pronósticos que anuncian catástrofes para 2012, apuesto por soñar con un mundo mejor. Descubrir la edición ilustrada de este bello poema de Gioconda Belli ha sido una de las sorpresas amables que ha traído este año extraño que hemos inaugurado hace tan poquito. Es una delicia leerlo y un auténtico placer secuenciarlo y paladearlo a través de las imágenes del pintor y escultor croata Svjetlan Junakovic. La editorial Sleepyslaps comparte en su catálogo en línea unas páginas en su catálogo para abrir boca:
Los portadores de sueños
En todas las profecías
En todas las profecías
está escrita la destrucción del mundo.
Todas las profecías cuentan
que el hombre
creará su propia destrucción.
Pero los siglos y la vida
que siempre se renueva
engendraron también una generación
de amadores y soñadores,
hombres y mujeres que no soñaron
con la destrucción del mundo,
sino con la construcción del mundo
de las mariposas y los ruiseñores.
Desde pequeños venían marcados por el amor.
Detrás de su apariencia cotidiana
Guardaban la ternura y el sol de medianoche.
Las madres los encontraban llorando
por un pájaro muerto
y más tarde también los encontraron a muchos
muertos como pájaros.
Estos seres cohabitaron con mujeres traslúcidas
y las dejaron preñadas de miel y de hijos reverdecidos
por un torrente de caricias.
Así fue como proliferaron en el mundo
los portadores sueños,
atacados ferozmente
por los portadores de profecías
habladoras de catástrofes.
Los llamaron ilusos, románticos,
pensadores de utopías;
dijeron que sus palabras eran viejas
_y, en efecto, lo eran,
porque la memoria del paraíso es antigua
en el corazón del hombre_.
Los acumuladores de riquezas les temían
lanzaban sus ejércitos contra ellos,
pero los portadores de sueños todas las noches
hacían el amor
y seguía brotando su semilla del vientre de ellas
que no sólo portaban sueños,
sino que los multiplicaban
y los hacían correr y hablar.
De esta forma el mundo engendró de nuevo la vida
como también habia engendrado
a los que inventaron la manera
de apagar el sol.
Los portadores de sueños
sobrevivieron a los climas gélidos,
pero en los climas cálidos
casi parecían brotar
por generación espontánea.
Quizá las palmeras, los cielos azules,
las lluvias torrenciales
tuvieron algo que ver con esto.
La verdad es que como laboriosas hormiguitas,
estos especímenes no dejaban de soñar
y de construir hermosos mundos,
mundos de hermanos,
de hombres y mujeres que se llamaban compañeros,
que se enseñaban unos a otros a leer,
se consolaban en las muertes,
se curaban y cuidaban entre ellos,
se querían, se ayudaban
en el arte de querer
y en la defensa de la felicidad.
Eran felices en su mundo de azúcar y de viento
y de todas partes venían a impregnarse de su aliento
de sus claras miradas
y hacia todas partes salían los que habían conocido
portando sueños
soñando con profecías nuevas
que hablaban de tiempos de mariposas y ruiseñores
en que el mundo no tendría que terminar en la hecatombe;
por el contrario,
los científicos diseñarían
puentes, jardines, juguetes sorprendentes
para hacer más gozosa la felicidad del hombre.
Son peligrosos
- imprimían las grandes
rotativas
Son peligrosos
- decían los presidentes en sus discursos
Son peligrosos
- murmuraban
los artífices de la guerra.
Hay que destruirlos
- imprimían las grandes rotativas
Hay que destruirlos
- decían los presidentes en sus discursos
Hay que destruirlos
- murmuraban
los artífices de la guerra.
Los portadores de sueños conocían su poder
y por eso no se extrañaban
y también sabían que la vida los había engendrado
para protegerse de la muerte que anuncian las profecías
Y por eso defendían su vida
aun con la muerte.
Y por eso cultivaban jardines de sueños
y los exportaban con grandes lazos de colores
y los profetas de la oscuridad se pasaban noches
y días enteros
vigilando los pasajes
y los caminos
buscando estos peligrosos cargamentos
que nunca lograban atrapar
porque el que no tiene ojos para soñar
no ve los sueños ni de día, ni de noche.
Y en el mundo
se ha desatado un gran tráfico de sueños
que no pueden detener los traficantes de la muerte;
por doquier hay paquetes
con grandes lazos
que sólo esta nueva raza de hombres puede ver.
La semilla de estos sueños no se puede detectar
porque va envuelta en rojos corazones
o en amplios vestidos de maternidad
donde piesecitos soñadores
alborotan
los vientres que los cargan.
Dicen que la tierra
después de parirlos
desencadenó un cielo de arcoiris
y sopló de fecundidad las raíces de los árboles.
Nosotros sólo sabemos que los hemos visto:
sabemos que la vida los engendró
para protegerse de la muerte
que anuncian las profecías.
Gioconda Belli