Estos días andamos inmersos en el proyecto "Salva un libro" y las palabras con las que cierra el manifiesto Irene Vallejo acompañan a la perfección nuestras motivaciones y objetivos al proponer curso tras curso esta actividad simbólica.
Traigo a esta ventana un fragmento del epígrafe IX "Salvemos el milagro", una reflexión deliciosa, que destila sensibilidad y erudición, como todo el ensayo:
"Nunca como hoy, en nuestras modernas democracias, habían estado tan abiertas de par en par las puertas a la lectura. Los libros nacieron como un privilegio de sacerdotes, aristócratas, nobles. Durante cientos de años, estos cofres de sabiduría y de historia permanecieron guardados en los palacios, en los grandes conventos, en las mansiones más suntuosas, en los pisos principales de las casas nobles. Eran emblema de lujo y privilegio.
En un asombroso viaje de treinta siglos, hemos logrado que todos tengamos un pasaporte al conocimiento: la alfabetización y el libre acceso a la lectura. Hemos quitado cerrojos a los libros y les hemos calzado zapatos cómodos. Los hemos traído a la plaza pública, al ágora, donde nadie tiene negado el acceso. Esto no ha sucedido por arte de magia. Es la cosecha de años de educación y de transformaciones sociales. En escuelas, en institutos y en universidades. En editoriales que crean libros de bolsillo para todos los bolsillos. En las imprentas. En las librerías a pie de calle .En las bibliotecas de barrio, en las escuelas rurales. Desde las Misiones Pedagógicas a las ferias y fiestas donde las letras toman el sol. Desde el impulso público al minucioso entusiasmo de las empresas que nutren la cultura. Del tesón de incontables maestras anónimas a los dormitorios donde los niños cierran un ojo acunados por un cuento.
En estos días inciertos, cuando parece que los gritos se oyen más que los susurros, los libros siguen manteniendo vivo el diálogo silencioso de un par de ojos que escuchan la voz de unas hileras de letras. (…)
Lo sabemos bien, lo narran los cuentos populares: las historias y los libros cobijan en su interior un mágico hechizo de protección, una fortaleza inmune para los humanos. Detrás de lo que hemos llegado a ser laten las rebeldías de generaciones anteriores. (…)
Somos seres entretejidos de relatos, bordados con hilos de voces, de historia, de filosofía y de ciencia, de leyes y leyendas. Por eso, la lectura seguirá cuidándonos si cuidamos de ella. No puede desaparecer lo que nos salva. Los libros nos recuerdan, serenos y siempre dispuestos a desplegarse ante nuestros ojos, que la salud de las palabras enraíza en las editoriales, en las librerías, en los círculos de lecturas compartidas, en las bibliotecas, en las escuelas. Es allí donde imaginamos el futuro que nos une".