martes, 27 de abril de 2010

Julio Llamazares: Lección magistral de Literatura

Julio Llamazares visitó nuestro centro el pasado 21 de Abril, en el marco del programa de “Invitación a la lectura” que coordina Ramón Acín.

Nuestro compañero José Antonio Escrig dedicó al autor una semblanza precisa y exhaustiva, que repasó las líneas centrales de su producción novelística, aparentemente limitada, pero de enorme trascendencia en el panorama narrativo contemporáneo. Conectó su obra con el tema recurrente de la memoria e introdujo el concepto de “novela de crisis”, que interesó especialmente al escritor.

El autor quiso dejar claro desde el principio que no pensaba teorizar sobre literatura, si bien todas sus palabras confirmaron la maestría de quien, aun reconociéndose un escritor intuitivo, domina las claves del arte literario.



Acompañándole en la mesa, una representación de alumnos de 1 y 2º de Bachillerato planteó al escritor una selección de las preguntas e inquietudes que previamente se habían detectado en torno a la lectura de La lluvia amarilla y Luna de lobos. Su papel es destacable, pues escogieron de forma improvisada según su criterio, y en función del tiempo disponible, las cuestiones más relevantes de entre el abundante repertorio que habían preparado entre los diferentes grupos.



¿Se aprecia la iluminación? Una lluvia amarilla envolvía a los asistentes. En los últimos encuentros con autores nos apuntamos a un toque teatral que favorezca la "inmersión" del espectador. Lástima que durase poco, pues molestaba un poco en la mesa. Desde aquí agradecemos su colaboración a Ismael Crespo, que facilitó nuestros "efectos especiales".



Julio Llamazares tuvo interés en desmarcarse de la impresión de ser un escritor pesimista o solitario. El escritor no es el personaje, ni siquiera las experiencias que recogen sus novelas ha tenido que vivirlas, basta con imaginarlas a partir de otras semejantes. Por ejemplo, el frío inmenso que siente Andrés en La lluvia amarilla fue evocado desde un velador en un caluroso día de julio en Madrid; aunque es evidente que sirve para escribir haber sentido frío alguna vez, precisó.



El anecdotario que desplegó en torno a la génesis de La lluvia amarilla fue su mejor argumento para defenderse de la etiqueta de autor serio. Así, el autor desveló que la última frase del libro, tan enigmática, “La noche queda para quien es”, la oyó decir en verdad a una abuela a la que conoció haciendo un reportaje periodístico para “El País” en una aldea gallega. Humildemente admitió que esta fue la primera frase que tuvo clara en esta novela y, siendo la mejor, sin embargo, no le pertenece. El acierto de la misma reside en “su ambigüedad, su indefinición, que tiene mucho que ver con el idioma gallego. En este caso, la noche eterna que se abre para este pueblo”.

Aunque este dato suele decepcionar a algunos lectores, confesó que Ainielle, el pueblo que rescató del olvido al inmortalizarlo en su novela, fue visitado por el autor para ambientar algunos episodios cuando ya la obra estaba bastante avanzada. Tampoco necesitó pasar mucho tiempo allí para ambientar el paisaje que cobra vida en la novela, unos quince minutos bastaron.

Vivos y muertos conviven con total naturalidad en la novela porque, en realidad, "todo el mundo habla con sus fantasmas", y ello se acentúa en soledad. En todo caso, Llamazares establece un paralelismo: “también los personajes de una novela son fantasmas que no existen y te los llegas a creer”.

La nieve es una de las claves temáticas de su obra, desde su poemario “Memoria de la nieve”: “Escribir es escribir sobre la nieve, todo fantasía y nada al final”.

Al hilo de algunas cuestiones más técnicas, Julio Llamazares ofreció una lección magistral de literatura. Respecto al fragmentarismo de La lluvia amarilla, admitió que reproducir el discurso mental de una persona en soledad horas antes de morir, con sus saltos temporales al pasado y al futuro, fue lo más difícil de lograr, pues “lo importante en una novela no es el qué sino el cómo: la sensación que queda de ellas cuando te has olvidado de lo que pasaba, una sensación que ha pasado a formar parte de ti”. Al fin y al cabo, los temas en la literatura son siempre los mismos y pueden resumirse en pocas líneas: el paso del tiempo, la muerte, el amor,…”Desde Homero ya está todo dicho”. Los temas se repiten, pero cada escritor de su perspectiva personal según su época y sus circunstancias. Según el autor, toda su obra está ya contenida en el primer verso del primer poema de su primer poemario, "La lentitud de los bueyes": "ahí está todo". Quizá eso justifique la variación de géneros que ha cultivado, en caso contrario se corre el riesgo de "escribir siempre la misma novela".

Estas reflexiones llevaron al escritor a teorizar sobre qué es la literatura. Escribir es fácil, pero hacer literatura no lo es. Para ello hay que “pulir las palabras para que produzcan música, que emborrachen al lector”. Desde esta perspectiva, Llamazares afirmó que el 98% de lo que se publica ahora no es literatura propiamente, sino que responde a intereses comerciales que poco o nada tienen que ver con el arte. “La literatura, aparte de entretener, tiene que hacer sentir y pensar y esto se consigue manipulando el lenguaje para exprimir sus posibilidades”.


Aunque se considera un apasionado del cine (su obra Escenas de cine mudo es un homenaje a esta fábrica de sueños que forma parte de su descubrimiento del mundo), defiende la superioridad de la literatura. En efecto, "la literatura es el reino de la libertad, puedes imaginar lo que quieras, frente al cine, donde todo vale mucho dinero". Julio Llamazares ha participado en la realización de varios guiones, entre ellos el de su novela Luna de lobos: “Son lenguajes diferentes. Cuando cambias de lenguaje, cambia la forma de expresarte”.

Llamazares rechazó la obligatoriedad de la lectura, que habría que asumir con más naturalidad, como un elemento más de disfrute, como la música o el cine. Piensa que perjudica a la literatura la misma la aureola de prestigio que conlleva y explicó que hay que desmitificar el concepto que asocia cultura a lectura: “Es contraproducente la culpabilización en torno a la lectura”. De la misma manera que hay gente muy necia que es lectora, ha conocido hombres de campo con una cultura y una variedad léxica sorprendente. Por otra parte, en la línea de Daniel Pennac, defendió el derecho a no leer o a no terminar libros que no convencen, dado que hay muchos libros donde elegir. Leer es”un acto de libertad. Puedes no leer sabiendo que te pierdes algo cuando no lees. Es como viajar”. No negó, sin embargo, las ventajas inherentes a la lectura: “leer para sentir más, para disfrutar más, para saber más”.


Aunque desde la mesa el profesor José Antonio Escrig intentó que aconsejase alguna obra imprescindible para los jóvenes oyentes, Llamazares se negó a citar títulos, pues consideró que lo que pudo servirle a él no tenía por qué conectar con la generación actual y menos con el lector individual: cada cual debe buscar sus lecturas, según su personalidad y según su momento.

Julio Llamazares tuvo palabras de elogio para el programa de “Invitación a la lectura” y para su coordinador, “alma mater” del proyecto, Ramón Acín. Este ha sido un programa pionero en España que, a punto de cumplir 25 años, es una fórmula exportada e imitada en toda España. El efecto educativo de un programa de este tipo, que pone en contacto al autor con sus lectores, no es inmediato, pero el autor está convencido de que los frutos van a ser importantes y visibles a lo largo del tiempo en varias generaciones.

El coloquio con Julio Llamazares fue intenso. Al día siguiente, las impresiones de los alumnos recogían su mensaje y asociaban los conceptos explicados en clase sobre los textos literarios. Las claves de las obras se enriquecieron con las valoraciones del autor. Todavía ahora los pasillos nos traen imágenes y frases de esa lluvia amarilla, leit motiv de la novela homónima. Todos tenemos la certeza de haber vivido un momento privilegiado al compartir impresiones con un escritor que forma ya parte de la historia de la literatura del siglo XX, y por tanto aparece en los manuales de Bachillerato que estos alumnos deben estudiar.
Este punto de lectura queda como recuerdo de la actividad. Si te gusta puedes descargarlo aquí:


Tanto en el punto de lectura como en la presentación de diapositivas hemos utilizado el magnífico fondo del cartel de la campaña "Libros a la calle". Nuestro agradecimiento desde aquí al autor, que esperamos sepa disculpar nuestro atrevimiento:

9 comentarios:

  1. Hola soy Mayalen he visto que te has unido a mi blog y quería darte las gracias, pensé que eras de plástica pero ya veo que eres de lengua, ojalá las de mi centro de lengua se interesaran algo por mi asignatura. Echaré un vistacillo más largo a tu blog más tarde.

    ResponderEliminar
  2. ¡Qué lujazo, Esther! Me encanta Llamazares ( me repito...). Recuerdo con inmenso placer un viaje siguiendo las huellas de su libro: "Cuaderno del Duero". El último, de las catedrales, no tiene desperdicio: una delicia. Y sus novelas, especialmente, "La lluvia amarilla", un ejercicio de maestría literaria.
    Cómo os envidio...

    ResponderEliminar
  3. Hola Mayalen. Aparecí en tu blog a través de alguna recomendación y me encantó su frescura y creatividad.
    Plástica y Lengua nos solemos llevar bien. Sobre todo porque siempre os pedimos colaboraciones. Las bonitas hojas que simulan la lluvia amarila en las fotos de esta entrada las debemos a la ayuda del Departamento de Plástica.
    Por otra parte, todo es comunicación, nuestra asignatura es inmensa ;-)

    ResponderEliminar
  4. Trapisonda, disfrutamos mucho, como puedes imaginar. Ahora me ha entrado el gusanillo también con "Las rosas de piedra", ese viaje a través de las catedrales del norte de España, otro nuevo viaje contra el olvido.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. ¡Qué estupendo es Julio Llamazares! Cuando leí "La lluvia amarilla", hace más de veinte años, tuve la impresión de estar asistiendo al nacimiento de un escritor a mi medida, tan cercano a la lírica en su tono y en su forma de contar historias. Me entusiasmó. Luego leí su poesía: "La lentitud de los bueyes", "La memoria de la nieve". Creo que esa es la gran protagonista de su obra: la memoria. ¡Qué privilegio tenerlo ahí con vosotros! ¡Qué envidia dais, caramba!

    ResponderEliminar
  6. Me encantan las puestas en escena que hacéis en el "Mar de Aragón" cuando os vista algún autor, o celebráis algo. A la altura de las circunstancias y del autor, que no me cansaré de elogiar. Enhorabuena también a Ramón Acín. Me apunto "Las rosas de piedra". Un abrazo, Esther,

    ResponderEliminar
  7. También la leí cuando se publicó,y ahora al releerla he vuelto a disfrutar de ella con la misma intensidad.

    Este programa de Invitación a la lectura es una joya que nos permite contar con escritores destacados y acercarlos a los jóvenes. Es una labor constante que tiene que dar frutos seguro.

    ResponderEliminar
  8. Excelente post, Esther. Siempre me ha gustado Julio Llamazares, especialmente La lluvia amarilla. Te reitero mi felicitación por tu excelente blog.

    ResponderEliminar
  9. Muchas gracias por tu comentario, José Mª . Es una inyección de ánimo para seguir. Un abrazo.

    ResponderEliminar